"El camino al infierno está lleno de buenas intenciones"
(Walter Scott)
...y esos buenos propósitos...
¿Por qué no los cumplimos?
Hay muchísimas razones por
las que no se cumplen los propósitos, y algunas de verdad escapan a nuestro
control pues en el transcurso del año nos esperan muchas vivencias de todo tipo.
Un evento afortunado puede cambiar las posibilidades que tenemos actualmente y
facilitar la realización de uno o más propósitos: Igualmente, un evento
desafortunado cambiará nuestras prioridades y nos obligará a replantear cómo
manejamos nuestros recursos para resolver situaciones más inmediatas.
Claro que tampoco vivimos a
la deriva esperando que el viento sople casualmente a nuestro favor, sino que
tenemos la posibilidad de prever algunas situaciones y planear otras. Dentro de
este contexto, considero que algunas de las causas que dependen de cada uno de
nosotros son:
1.
Porque tenemos
tooooooooooodo un año para hacerlos y ¡decidimos esperar!
2.
Porque en
realidad no nos interesa cumplir un propósito, pero es bonito seguir la moda
cuando cambia el año.
3.
Porque nos
proponemos metas demasiado altas, y cuando las queremos llevar a cabo ya no parecen
estimulantes sino muy difíciles.
4.
Porque nos
proponemos cambios que van contra nuestra educación o nuestros valores, negando
lo que somos, y no es posible hacer estos “cambios mágicos”.
5.
Porque lo que
queremos cambiar no es lo que necesitamos cambiar.
6.
Porque nos
echamos encima propósitos para darle gusto a otra persona y no a uno mismo.
7.
Porque queremos
conseguir nuestros propósitos sin esfuerzo ni dedicación, y a los pocos días de
iniciar el año vemos que esto generalmente no es posible.
¿Cómo podemos cumplirlos?
Aunque no hay garantías ni
recetas que nos sirvan igual a todos, tengamos en cuenta que los propósitos más
fáciles de conseguir son los que realmente queremos cumplir. Los siguientes tips pueden
ser de mucha ayuda si tenemos la voluntad de ser mejores, de actuar mejor, o de
adquirir algo mejor:
1.
Dejar de hacer
buenos propósitos una vez al año, para empezar a hacer buenos propósitos de
corto plazo (semestrales, trimestrales, mensuales, semanales o diarios). Todos
los días estamos a prueba, así que todos los días podemos tener un buen
propósito ¡y hacerlo conscientemente!
2.
Asumir si en
verdad tenemos el deseo de hacer un buen propósito o no. Si en este momento no
tengo la claridad para decidir a qué carajos me voy a enfocar, entonces por lo
pronto mi primer y único propósito puede ser encontrar ese objetivo en mi vida.
3.
Si el propósito
que me puse es muy alto y escapa a mis posibilidades actuales, lo más probable
es que lo abandone de inmediato diciendo “luego, después, primero haré esto
otro” o cosas así. En estos casos lo más sano es dividir ese propósito en metas
más pequeñas y de esta manera ir actuando para conseguir pequeños logros que
nos conduzcan a la meta principal. Esto nos evitará frustraciones prematuras y
nos ayudará a ser más ordenados en nuestra planeación.
4.
Es común desear
lo que hace felices a otras personas. Pero cuando lo probamos nosotros puede
ser que no funcione igual. Lo más recomendable es hacer que nuestros propósitos
salgan de nosotros mismos, aunque la tentación de seguir el modelo de otros sea
muy grande.
5.
Identificar
primero qué es lo que necesitamos en realidad. Suena lógico: Si no sabemos lo
que necesitamos, nos propondremos cualquier cosa y a mitad de la tarea le
perderemos el interés porque… necesitaremos hacer
otra cosa, o gastar en otra cosa. Muchas veces compramos a crédito así, pensando
en lo que queremos y no en lo que necesitamos, y eso hace más desesperante
pagar las deudas adquiridas de impulsivamente.
6.
Darle gusto a
otra persona es tener la ilusión de conquistarla o de ganársela, de hacer que
se fije en uno y nos dé preferencia sobre otras personas. Pero eso no funciona si
para darle gusto tenemos que sacrificar lo que necesitamos o lo que queremos. No
nos engañemos: Si tus propósitos están hechos pensando en otra persona,
entonces tu único propósito es agradarle a esa persona. Es mejor asumir este
propósito como tal y, si es así, esforzarse por lograrlo. Si no es así, hay que
volver a plantearse para qué haces tus propósitos con base en lo que prefiere
alguien que no eres tú.
7.
Armar una
estrategia. Los propósitos son una buena oportunidad para llevar a cabo cambios
importantes en nuestros hábitos de vida, y eso es lo mejor que nos pueden
dejar. Si queremos ahorrar debemos reducir nuestros gastos o aumentar nuestros
ingresos. Si queremos llevarnos mejor con alguien, debemos estar
dispuestos a ser más tolerantes nosotros y no solamente ese “alguien”. Si queremos estar más sanos debemos replantear cómo estamos usando nuestro tiempo y cómo nos alimentamos.
¿Y mis propósitos
para este año?
Básicamente es uno: Me he
propuesto ser más asertivo, utilizar mejor las palabras para decirle
a cada cosa, emoción, conducta, hecho o persona por su nombre. Hablar con
asertividad lleva a actuar con asertividad y esa es mi mayor meta. Confío en
seguir las 7 recomendaciones que aparecen en la segunda parte de este texto
para cumplir este objetivo día a día.
Hasta luego.
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