domingo, 28 de diciembre de 2014

México, 2014 - 2015

¡Feliz Año nuevo 2015!

- Parte 1- 

Envío mis sinceros deseos de bienestar y paz con la mejor de las intenciones para que cada uno de nosotros sea capaz de aportar un granito de arena en la tarea de construir felicidad. Durante este año que está por terminar he tenido la fortuna de conocer a mucha gente valiosa y reencontrar a otra buena cantidad de personas interesantes y queridas, muchas a través de las redes sociables y algunas de carne y hueso, también pude recorrer todo este tiempo acompañado de la gente que quiero, sobre todo mis hijos, mi Chinita y mi familia en general. Otra bendición que me acompañó durante este ciclo fue mi trabajo con todos sus retos y logros. Una bendición extra es saber que cuento con amistades de a deveras y otra más es tener salud y amor a la vida. Termino este año con mucho que agradecer en lo personal y con mucho que hacer para seguir avanzando y acercándome a la meta de ser una mejor persona. Les comparto mi agradecimiento y mi esperanza de que el próximo año nos permita superar nuevos retos y nos bendiga con nuevas y mejores oportunidades en todas las áreas de nuestras vidas.


Pero también hay otra realidad de la que formo parte, y si tú que estás leyendo eres mexicano, también la conoces. A esa parte dolorosa y vergonzosa que vivimos en el 2014 también le dedico un recuento, deseando de todo corazón que el próximo año no resulte tan lastimado como éste.

- Parte 2 -

¡Qué año tan ajetreado! ¡Cómo ha cambiado la percepción que tenemos de nuestro país! ¿Cómo es que hoy muchos jóvenes sueñan con dedicarse a vender drogas, prostituirse, matar personas o secuestrarlas con tal de “ganar” dinero rápido y fácil? ¿Cómo hemos llegado al extremo de permitir que nuestros gobernantes nos roben, encarezcan productos básicos y reduzcan garantías laborales que parecían imperdibles? La respuesta es sencilla y muy conocida: la corrupción y la impunidad se han vuelto “normales” en todas las esferas del gobierno. Lo más preocupante es que al volverse “normales”, pareciera que en los valores actuales todo está hecho para realizarse y disfrutarse de inmediato: internet, videojuegos, realidad virtual, narconegocios, influyentismo y la ilusión de que ser jóvenes y tener mucho dinero harán feliz a cualquiera, pero trabajar, comprometerse con alguien y tratar de vivir más o menos estables es mal visto, los políticos y los otros delincuentes organizados ven a quienes quieren esforzarse por ser honrados como carne de cañón. Por eso México duele y también duele hacer este recuento del año que se va.

Así estamos hoy. México es uno de esos lugares donde todo puede pasar gracias a la corrupción y la impunidad que imperan en nuestro país. La clase política sigue enriqueciéndose a costa del trabajo de los que dice representar, o sea robando, y no pasa nada. Se va esfumando el sueño de ser un país petrolero y no hay reservas de dinero porque todo, o casi todo se repartió entre esa misma clase política y otras mafias que se le fueron asociando al ver que ahí había dinero fácil; todavía antes de empezar este susto del petróleo devaluado se atrevieron a cambiar la Constitución para ofrecer los recursos petroleros de la nación al mejor postor. Se pagan votos con tarjetas, vales, tortas y hasta efectivo cuando no hay más. Se descubren casas y “negocios” de muchos millones y nos hacen creer que está bien, que eso es normal. Se licita la construcción de un tren a nivel internacional y después de tener un ganador se cancela la licitación sin mayores explicaciones. Se mata a jóvenes diciendo que su vida no importa porque “lo más seguro es que tenían nexos con el crimen”. Se encarece la gasolina a un ritmo constante hasta rebasar el 200% del valor que tenía antes de iniciar con la medida criminal de los “gasolinazos” (gracias a una inteligente propuesta de Calderón antes de ser Presidente), lo que a su vez encarece los precios de todo lo que debe ser transportado en vehículos que consumen gasolina. Se defiende a grupos de narcos y se criminaliza a los grupos de autodefensas atacándolos hasta desprestigiarlos y dividirlos. Se ataca, asesina y desaparece a estudiantes con apoyo de la policía y el ejército queriendo aparentar que todo fue obra de un presidente municipal corrupto y del crimen organizado. Se transmiten “noticias” tendenciosas que exaltan a quienes tienen el poder y califican de “malos” a todos los que no lo tienen. Se congelan los sueldos de la gente de a pie, la que sí trabaja, mientras la clase política sube sus sueldos a alturas injustificables y los precios también aumentan a un ritmo imparable. Se libera a criminales con parientes influyentes y se les declara inocentes, llegando a extremos de ilegalidad humillantes. Se desprecia la educación y la cultura.

La ética, ese accesorio descontinuado que se usaba antiguamente para respetar los valores y normas de la sociedad, está totalmente fuera de uso y hasta causa vergüenza en quien todavía la aplica en su vida. Cuando la corrupción sustituye a la ética y todos aceptamos eso, la sociedad se vuelve un zombie que se mueve y actúa por la inercia que llevaba simplemente de estar vivo, pero se va pudriendo por dentro y llegará el momento en que ya no se pueda mover. La corrupción hace que nos parezca normal todo lo que nos daña mientras le ocurra a otros y no a nosotros, pero después de un tiempo a todos nos toca tener cerca a un amigo, un familiar o un vecino que lleva mucho tiempo desempleado, o que fue “levantado” y nunca se volvió a saber de él, o que tuvo que cerrar su negocio porque no pudo con las extorsiones, o que se volvió delincuente porque ya no le alcanzaba para mantener a la familia, o que perdió a un ser querido por una “bala perdida” o un accidente relacionado con eso que llaman genéricamente “El crimen organizado” para hacernos entender que es algo sin remedio. Entonces la corrupción y la impunidad con todo su cinismo ya son algo que nos afecta a todos y que se está comiendo a sí misma, ya se les fue de las manos a quienes creían controlarlas y están tan metidos en ellas que ya no tienen en quien confiar: cualquiera de ellos (en nuestra clase política gobernante, para que no haya dudas) es capaz de traicionar y sabotear a sus propios amigos si le ofrecen una buena cantidad o un jugoso negocio. Dinero fácil, ¿qué importa cambiar de “amigos”?


Y en medio de este cochinero que vive México se escucha un grito cada vez más alto: ¡Fuera Peña Nieto! Ciertamente ese señor representa la punta del iceberg de la corrupción, pero el solo hecho de sacarlo de la Presidencia no garantiza que se arreglen las cosas: Basta recordar que al terminar el siglo XX ocurrió algo parecido, este mismo pueblo estaba harto del PRI y quería quitarlo del poder a costa de lo que fuera, y siguiendo la consigna de que cualquier cosa sería mejor llegó a la Presidencia el tristemente célebre Fox, que pasaría a la historia con no muy buenas referencias y que hizo, entre otras cosas, despidos masivos de burócratas, congelamiento de sueldos (excepto de quienes ganaban sueldazos), cayó en sospechosismos con la fuga del Chapo y otras muchas cosas que mejor ni recordar, como sus famosas frases “¿y yo por qué?” o “comes y te vas”, y después lo siguió Calderón y su estúpida “guerra contra el narco” en medio de varios escándalos de corrupción en las más altas esferas policíacas, militares y políticas.

La solución no es tan sencilla como quitar a Peña Nieto y que su lugar lo ocupe cualquiera. Está tan viciada nuestra clase política que ya no creemos en ningún partido, todos han demostrado no tener más interés que el suyo, su propio beneficio. La red de corrupción e impunidad está tan bien tejida que aún en el supuesto de que subiera al poder un tipo honesto, habría de convertirse en un corrupto al estilo de “La ley de Herodes” o moriría en el intento de seguir actuando con aquel accesorio llamado ética, que como ya dije está descontinuado en esos niveles. ¿Entonces?

La solución se plantea más difícil y requiere de constancia y unidad entre la gente, resistiendo los cañonazos de las televisoras que difaman y desprecian a todo aquel que busca un cambio pacífico fuera del cobijo del gobierno y resistiendo también a la tentación de fregar al prójimo a cambio de un pequeño “hueso” temporal o un dinerito extra: Se requiere cambiar a todo el sistema político corrompido y no solo al grupo de gentes que actualmente ostenta el poder y lo reparte con quien quiere. Se requiere modificar las leyes para garantizar mayores beneficios a los trabajadores, a los estudiantes, a los recursos naturales y también se requiere retomar la ética para aplicarla con seriedad. Mi mayor sueño o deseo para este próximo año es que eso pueda lograrse por las buenas y que alcancemos a vivir para contarlo, aunque es un sueño muy inocente, pues todos esos corruptos que viven bastante bien del presupuesto, el influyentismo y las alianzas con delincuentes nunca van a dejar su posición privilegiada por las buenas. Tienen “el poder”, y en lugar de soltarlo, lo van a usar contra “su pueblo” disponiendo de policías, guaruras, sicarios y soldados que también son asalariados, gente del pueblo que perdió sus raíces.

En medio de este entorno, insisto en enviar mis mejores deseos a todos y hago una invitación a que en este 2015 que está por iniciar rescatemos la ética para incorporarla a nuestra vida, y tal vez también podamos invitar a alguien más a hacerlo. No es cosa sencilla en la situación de nuestro país, pero es una decisión personal que puede aportar mucho a nuestros círculos familiares, laborales, académicos, amistosos y de cualquier tipo, sin negar la realidad. ¡Que sea un año de construir!


Hasta luego.

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