viernes, 6 de junio de 2014

El suicida

El suicida no quiere morir: quiere dejar de sufrir.
hemebe


Si una persona cercana -llámese familiar, amigo, compañero o cualquier otro- comienza a dar muestras de un comportamiento distinto al que usualmente demuestra, como aislarse, quejarse demasiado, retraerse, dejar de participar en reuniones o convivios, es oportuno hacer una pausa y dedicarle un tiempo prestándole tus oídos para que exprese lo que le ocurre y lo que siente. También préstale tu boca para animarlo a seguir hablando, la compañía real es un buen remedio.



No te preocupes por lo que le puedes o no le puedes decir a esa persona que quiere atentar contra su vida, lo más importante es escucharle, acompañarle. La soledad es una consejera egoísta que siempre nos quiere alejar más de la gente, aislarnos para estar nada más con ella, y esa es la principal razón para darnos un tiempo y acercarnos a la persona que se va aislando de su mundo de amistades y relaciones.

El deseo de quitarse la vida y los intentos por lograrlo se pueden desencadenar en cualquier persona a partir de un hecho desafortunado, generalmente una pérdida o despedida, aún cuando haya sido algo previsto y sabido de antemano....


Terminar una relación...

La muerte de un ser querido...
Perder el trabajo...
Sufrir una enfermedad degenerativa...
Tener grandes deudas o problemas económicos...
Envejecer, perder la energía juvenil..
Depender de una droga o sustancia...
Depender emocional o económicamente de otra persona...
Haber vivido una experiencia que dejó una fuerte impresión, como un asalto, un secuestro, un abuso o alguna otra que violentó la seguridad y la valía personal...


Cualquiera de nosotros puede llegar al extremo de no encontrar una solución a los problemas que la vida le ha puesto enfrente, a veces a consecuencia de nuestras propias decisiones y otras ocasiones por circunstancias que escapan totalmente a nuestra voluntad, como un accidente, un recorte de personal o la muerte de alguien muy querido. También es cierto que hay quienes viven experiencias que pueden favorecer la idea de escapar de la vida, por ejemplo:


Si una persona querida o cercana cometió suicidio...

Si hay armas disponibles fácilmente y sin restricciones ni supervisión...
Si hay acceso libre a medicamentos recetados...
Si a lo largo de la vida se ha pasado por momentos de abandono o maltrato...
Si en distintos momentos de la vida ha cometido acciones de autoagresión, como hacerse cortadas, quemaduras o cualquier otro daño físico...
Si está pasando por una etapa depresiva o de ansiedad (aunque esté en tratamiento médico)...
Si se vive una ruptura o separación sentimental sin haber rescatado antes la propia valía, es decir, siendo codependientes...

El suicida es el antípoda del mártir. El mártir es un hombre que se preocupa a tal punto por lo ajeno, que olvida su propia existencia. El suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general.
Gilbert Keith Chesterton


No todos reaccionamos igual. La misma experiencia que para una persona es un drama angustiante y un callejón sin salida, para otra será solamente un mal rato o una experiencia desagradable. 

Cuando una persona se acerca a nosotros, a ti, pidiendo ser escuchada porque está triste, enojada, preocupada, angustiada, enojada consigo misma y con el mundo, préstale tus oídos y trata de no juzgar. Si se acerca a ti, te considera confiable. Si te parece que es una responsabilidad muy grande, acompaña a esa persona a buscar ayuda profesional. 

En este caso somos muy útiles los psicoterapeutas, los sacerdotes, los asesores y los verdaderos amigos, esos que aceptan a sus seres queridos tal como son, sin juzgar ni poner peros. También puede ayudar mucho la familia, siempre y cuando sean compañía y no una colección de sermones, consejos y reclamos del tipo "...es que tú deberías...", "...si me hubieras hecho caso...","...todos tenemos problemas y nadie se pone como tú...". Si la familia puede abstenerse de hacer este tipo de comentarios, ¡adelante!

El suicida empieza a creer que no podrá resolver su vida cuando se va llenando de sentimientos de vergüenza, de culpa, de miedo, de abandono o rechazo, aún cuando no esté viviendo ninguno de ellos. Los sentimientos son eso, se sienten y no se piensan. A medida que un sentimiento comienza a llenar los días de una persona, también va disminuyendo su capacidad de pensar, de reflexionar incluso sobre las cosas más obvias o elementales. Demasiado sentimiento no permite pensar con claridad ni escuchar objetivamente a los demás. Por so es importante que en un principio, quien está en riesgo de suicidio se exprese, más que escuchar a otros.


Hablará de soledad, de abandono, de vacío, de pérdida, de rechazo. Hablará de lo que hay en su interior, porque nadie da lo que no tiene. Y si lo habla, estará sacando una parte de esa carga que le pesa tanto.

En la página de "MedLine Plus", de donde tomé bastante información para escribir esta breve reseña, recomiendan poner especial atención cuando una persona muestra uno o más de los siguientes síntomas:

Tener dificultad para concentrarse o pensar claramente.

Regalar las pertenencias.

Hablar acerca de marcharse o la necesidad de "dejar todos mis asuntos en orden".

Cambio repentino en el comportamiento, sobre todo calma después de un período de ansiedad.

Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.

Tener comportamientos autodestructivos, como tomar alcohol en exceso, consumir drogas ilícitas o hacerse cortaduras en el cuerpo.

Alejarse de los amigos o no querer salir.

Tener dificultad repentina en el colegio o el trabajo.

Hablar acerca de la muerte o el suicidio o incluso declarar el deseo de hacerse daño.

Hablar acerca de sentirse desesperado o culpable.

Cambiar los hábitos alimentarios o de sueño.

Preparar maneras de quitarse su propia vida (como comprar un arma o muchas pastillas).

Es difícil empatizar, sintonizar o simpatizar con alguien que atenta contra su vida, la mayoría de las personas rechazan a quienes realizan este tipo de acciones. Aún así, tengamos presente que si descubrimos síntomas como estos en alguna persona cercana puede ser un aviso o un llamado de alerta antes de hacer algo más grave, y no solamente "por llamar la atención". Hagamos caso de estas señales a tiempo.

¿Una última recomendación? Sale: Una cosa es acompañar a alguien que vive una etapa difícil y otra es vivir para complacer a ese alguien. Si pasan los días y te das cuenta que siempre necesitas hacer algo para que esa persona querida no intente quitarse la vida, es hora de buscar apoyo, pues te estás enredando en una relación codependiente basada en la manipulación, pero eso es otro tema y ya lo hemos tocado en otras ocasiones, por ejemplo aquí, aquí, o aquí.

Hasta luego.

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