"Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales
nunca sucedieron"
Michel de Montaigne.
La ansiedad y el miedo son parte de nosotros, nos pertenecen y forman parte de nuestra personalidad para prevenirnos cuando podemos sufrir algún riesgo. En ocasiones llegan a crecer hasta salirse de control y entonces decimos que tenemos un trastorno de ansiedad o un ataque de pánico. Y aún cuando se salgan de control, siguen siendo nuestros y podemos hacer que nos vuelvan a obedecer.
Cuando la ansiedad se adueña de nosotros debemos entender que tenemos una enfermedad y por lo tanto, debemos atendernos. Esta enfermedad es de las más ignoradas y hay muchas personas que no aceptan que sea en realidad una enfermedad, simplemente dicen que la persona que siente tanta ansiedad o miedo "es débil", "le falta carácter" o "quiere llamar la atención". No es así. El trastorno de ansiedad no es un estado de ánimo que desaparezca después de un momento, va más allá de una tristeza profunda, de una gran preocupación o de un enojo gigantesco y constituyen un conjunto de síntomas a los que se debe hacer caso.
La persona que padece ansiedad puede desarrollar uno o varios de estos síntomas y presentarlos durante varios meses:
En ocasiones, estos síntomas se presentan después de un hecho fácil de identificar, como la pérdida (física o emocional) de un ser querido, cambiar de trabajo o de escuela, sufrir un accidente o ser víctima de un acto violento, aún cuando el acto haya sido una amenaza. En otras ocasiones, estos síntomas aparecen como consecuencia del acumulamiento de experiencias durante varios años, que de repente se agrupan bajo una interpretación muy propia de la persona que las vivió, sintiéndolas como un peligro real.
Recuperar el control de la ansiedad para volverla a nuestro favor es posible y, como ocurre siempre, entre más rápido se detecte y se atienda, más posibilidades habrá de que esta enfermedad sane en poco tiempo. Cuando el trastorno de ansiedad está en un nivel avanzado no es suficiente la psicoterapia y se debe complementar con un tratamiento psiquiátrico que ayude a restablecer el equilibrio de nuestro organismo, por ello es recomendable hacer caso de los cambios de ánimo y de los estados de preocupación y tristeza profundos que duren mucho tiempo.
Esta imagen ilustra de manera sencilla lo que ocurre en un estado de ansiedad y es fácil de entender, pero quien padece esta enfermedad sabe bien que entender lo que le ocurre no es suficiente y que lo realmente importante es volver a ser dueño de sus propias emociones y sentimientos. Aunque parece contradictorio, el primer paso para curar la ansiedad es aceptarla como parte de uno mismo.
"Respirar lentamente es como un ancla en medio de una tormenta emocional: el ancla no hará que la tormenta se vaya, pero te mantendrá firme hasta que pase"
Russ Harris.
Hasta luego.
Se enoja con frecuencia.
Tiene un miedo enorme y sin causa aparente, ante situaciones que anteriormente no le parecían amenazantes ni le incomodaban.
Se siente frágil y débil, duda de su propia fortaleza y de su capacidad. También puede dudar de la gente que le rodea.
Se obsesiona con rituales o formas de hacer las cosas, asegurando que "debe ser así". Con frecuencia, estas formas particulares de actuar le causan problemas con la gente más cercana, pues los rituales que "debe" realizar pueden dificultarle las cosas a los demás.
Se compara con su propia persona en el pasado, lo que justifica el sentimiento de fragilidad que tiene en el presente.
Se preocupa excesivamente del futuro, tiene la certeza de que algo malo le va a ocurrir y eso le provoca miedo y hasta pánico.
Se le dificulta concentrar su atención en una actividad específica, a menos que esta sea repetitiva.
En ocasiones, estos síntomas se presentan después de un hecho fácil de identificar, como la pérdida (física o emocional) de un ser querido, cambiar de trabajo o de escuela, sufrir un accidente o ser víctima de un acto violento, aún cuando el acto haya sido una amenaza. En otras ocasiones, estos síntomas aparecen como consecuencia del acumulamiento de experiencias durante varios años, que de repente se agrupan bajo una interpretación muy propia de la persona que las vivió, sintiéndolas como un peligro real.
Recuperar el control de la ansiedad para volverla a nuestro favor es posible y, como ocurre siempre, entre más rápido se detecte y se atienda, más posibilidades habrá de que esta enfermedad sane en poco tiempo. Cuando el trastorno de ansiedad está en un nivel avanzado no es suficiente la psicoterapia y se debe complementar con un tratamiento psiquiátrico que ayude a restablecer el equilibrio de nuestro organismo, por ello es recomendable hacer caso de los cambios de ánimo y de los estados de preocupación y tristeza profundos que duren mucho tiempo.
Esta imagen ilustra de manera sencilla lo que ocurre en un estado de ansiedad y es fácil de entender, pero quien padece esta enfermedad sabe bien que entender lo que le ocurre no es suficiente y que lo realmente importante es volver a ser dueño de sus propias emociones y sentimientos. Aunque parece contradictorio, el primer paso para curar la ansiedad es aceptarla como parte de uno mismo.
"Respirar lentamente es como un ancla en medio de una tormenta emocional: el ancla no hará que la tormenta se vaya, pero te mantendrá firme hasta que pase"
Russ Harris.
Hasta luego.
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