"Facebook es el diablo"
Vox Populi
¿Buscas algo? Googlealo. ¿Buscas a alguien? Facebookealo. ¿Quieres pensar? Twittealo.
Anónimo
Cometerás errores, pero si eres sincero acerca de ayudar a la
comunidad, la autenticidad se mostrará y los errores se perdonarán.
Zia Yusuf, vicepresidente de SAP
Yo tenía miedo de entrar a una red social, compartir mis datos y ser parte de esa cadena de personas conocidas y desconocidas que se dicen todo lo que les ocurre y suben fotos, videos, chismes y chistes todo el tiempo. Ahora tengo menos miedo aunque no le tengo suficiente confianza a esta mothernidad, hace dos años y pico me di de alta en el facebook, y antes ya me había dado de alta por error en un sitio llamado "Sonico", del que no me he podido dar de baja a pesar de que no le veo ningún interés a ese portal de anuncios. Total que ya formo parte de este mundo de reencuentros y también he puesto algunos chistes, ocurrencias y algunos gustos musicales en ese aparador, encontrándome con frecuencia con la grata sorpresa de que hay un mundo de conocidos pululando en esa red.
Éste es un fenómeno que no termina de superarse a sí mismo, y que se ha abordado desde distintos enfoques para entender su finalidad, su origen y su posible evolución, pero sobre todo es un fenómeno masivo, una experiencia multitudinaria que no puede tener una explicación o causa única, pues igual aborda aspectos de comunicación, de tecnología, de relaciones, de mercadotecnia o de sociología, por mencionar los que se me vienen a la mente ahorita. Por si fuera poco, ahorita trato de abordar este asunto brevemente desde un enfoque psicológico, cruzado con sistémico y comunicacional... A mi favor digo que no tengo grandes pretensiones de llegar a explicar hasta dónde llegará la humanidad con las posibilidades que brindan estas redes, solamente trato de exponer una breve reflexión y mi particular opinión sobre el tema.
Aclarado lo anterior (espero), voy a dar mi punto de vista apoyado en algunas premisas del Dr. Ronald D. Laing, autor de los libros "El yo dividido" y "El yo y los otros", según mi corto entender. Ahí voy:
Uno de los motores de la humanidad es la comunicación, no puede haber relaciones si no nos interesa expresar algo o enterarnos de algo. En todas las relaciones humanas las personas buscamos la afirmación o la confirmación de nuestra propia persona, es decir del YO, y como mi YO no se puede reafirmar a sí mismo (salvo en algunos casos de delirio enfermizo), es indispensable hacerlo ante "los otros". Por eso somos seres sociales. Cada vez que nos comunicamos con alguien más, y en la medida en que encuentramos respuesta a nuestras acciones y palabras, nos vamos conociendo a nosotros mismos, vamos descubriendo cómo nos percibe el mundo y como lo percibe cada uno de nosotros, cada YO. Incluso en las relaciones deshonestas, basadas en la hipocresía y la mentira, el YO se reafirma a sí mismo, aunque en estos casos también crea una barrera ante los demás.
Bueno, mientras uno se reconoce a sí mismo en su relación con los demás, dándose cuenta de cómo es percibido, también va construyendo su propia imagen o autoconcepto, que depende totalmente de las respuestas que recibe del contacto con los demás.
Hasta ahí vamos bien, la vida nos da la oportunidad de vernos en el espejo de nuestras relaciones. Ahora hay que agregar otro elemento: En muchas ocasiones, nuestra necesidad de reconocimiento y de ser escuchados es tanta, que dejamos de prestar atención a lo que nos dice nuestro interlocutor. Es lo que comúnmente se llama "diálogo de sordos", porque a ambas partes les interesa expresarse sin escuchar. Nos podemos dedicar tanto a reafirmarnos como personas, que podemos terminar buscando desesperadamente llamar la atención de la manera que sea, y olvidamos que también la otra persona espera retroalimentarse y por lo tanto, confirmarse a sí misma mediante el diálogo y la comunicación. ¿Para qué nos buscamos, si no es para hacer contacto con otra persona? Y el mejor contacto es el recíproco.
Sabemos que en la comunicación personal hay un riesgo permanente de ser exhibidos, juzgados y confrontados. Si tenemos nuestro niño interior saludable y nuestra valía personal en buena forma, tal vez pasar un poco de vergüenza no sea nada grave y hasta se pueda convertir en una experiencia divertida y nutritiva en términos de enseñanza. En caso contrario, la vergüenza crece y adopta otras formas: culpa, miedo, aburrimiento, enojo o cualquier otro sentimiento de esos que dejamos salir para bloquear nuestra comunicación y contacto con los demás. Correr ese riesgo es el camino para conocernos realmente.
Sin ánimo de generalizarlo a todos, creo que muchos de los excelentes ocupadores de tiempos, cámaras y teclas en las redes sociales basan su popularidad en la comunicación virtual, porque el riesgo de tener una experiencia vergonzosa se reduce bastante. Y es verdad. Sin embargo, cuando nuestra principal comunicación se vive a distancia, aumenta la posibilidad de confundir la verdad con las bromas, las imágenes y las palabras cortadas, como el riesgo de vergüenza social disminuye muchísmo, nos queda la sensación de estar trascendiendo, que es a fin de cuentas una meta del ser humano.
Como dice mi amiga Mayté: Es muy raro que alguien hable igual de bien que como escribe. Cuando le escuché decir eso aún no había redes sociales (somos unos pollitos, pues) y aún así era notoria la verdad de su sentencia. Ahora que vivimos este fenómeno esa frase toma un nuevo valor: No solamente es muy raro que alguien hable igual de bien que como escribe, ahora también es raro que alguien escriba igual que como piensa. La rapidez y facilidad con que aplicamos la técnica del "cut-paste" cada vez que vemos una frase, imagen o texto ingenioso nos envuelve en un nuevo reto: Poner a trabajar las neuronas en sintetizar nuestras propias conclusiones, pues de lo contrario estamos dejando que otra persona procese las experiencias y decida qué opinar acerca de ellas, para que nosotros únicamente entremos como en el súper, a escoger aquellas frases que más nos acomoden según el humor que tengamos en ese momento.
Obvio es decir que este estilo de comunicación, contrario a lo que se espera, ayuda a negar el YO en lugar de favorecerlo.
Hay otra característica que le da un toque mágico a las redes y que provoca la ilusión de fama y realización como grandes comunicadores: La ilusión del auditorio colectivo. Un poco más: la ilusión del auditorio permanente. Le da un toque mágico porque da esa sensación egocéntrica tan común en la adolescencia de que siempre hay alguien viendo con interés lo que hacemos (al crecer nos damos cuenta de que somos únicos, pero no los únicos). Las redes nos dejan jugar nuevamente con ese rol adolescente, ser excéntricos, misteriosos, sarcásticos, divertidos, cultos, broncudos, críticos o como queramos ser, cada quien elige la máscara que va a mostrar, sin embargo el rol queda inconcluso, en parte por el anonimato parcial y en parte por la falta de retroalimentación directa para quien externa sus ideas. Esta ilusión del auditorio colectivo, bien utilizada, puede ser un mecanismo reforzador de potenciales en YO, y utilizada como el principal mecanismo de comunicación conduce, nuevamente, a la desintegración del YO, a dividirlo en una imagen pública y una secreta que pueden vivir tan separadas como el día y la noche.
La comunicación colectiva deja poco espacio para la intimidad. Una persona puede ser muy pudorosa en sus relaciones reales y al mismo tiempo comentar situaciones muy íntimas, casi confidenciales, en las redes sociales: Es la cara opuesta del "auditorio colectivo", algo así como la ilusión de complicidad inquebrantable con una persona en la red. Después puede haber otro cómplice. Y después otro. Con el tiempo muchos secretos dejan de serlo y el límite entre lo personal y lo público se rompe, con todos los posibles daños a la integridad del YO.
Además de esto, lo que decimos en la red queda escrito para la posteridad y podrá ser visto e indagado dentro de muchos años. Tal vez dentro de 5 o 10 años las cosas escritas ahí no tengan mucha importancia para quien las escribió, pero la reacción de quienes las vean puede hacer que vuelvan a interesarle sus antiguas opiniones y acciones: Las personas crecemos, lo que escribimos en la red nos amarra a nuestro pasado, a nuestras anteriores edades. A mi no me molesta comparar mi pensamiento de ahce años con el actual y darme cuenta si ha habido crecimiento o no. Sin embargo no me gustaría tener encima la maldición de seguirme encontrando mis ocurrencias y disparates de hace muchos años, sin desearlo. Son parte de mi esfera privada y me gusta decidir con quien los comparto y con quien no. Es una forma de seguir controlando los límites de mi comunicación y, por lo mismo, de confirmar mi persona.
Como dije antes, mucho más arriba, no generalizo para toda la gente lo
que digo aquí, sé que hay muchísimas personas que utilizan la red de una
manera sana para ellas mismas y para los demás, y que no hay un parámetro de lo que es "bueno" y "malo" en estas redes. Aún así, me parece que
el entorno de las redes sociales facilita la creación de máscaras y
barreras en la comunicación. No fueron hechas para igualar o sustituir a
la comunicación directa, sino como una herramienta complementaria que
reduce las distancias y los tiempos, permitiendo compartir ideas,
opiniones, sentimientos, archivos, música, ligas y muchas otras cosas,
sin llegar a ser una comunicación real, en el sentido de contacto humano y afirmación del YO.
Me gustan las redes sociales. Me han ayudado mucho a no estar aislado de tantos amigos, familiares y conocidos que están lejos, físicamente, de mi. Me han permitido publicitarme y dar a conocer mi quehacer y un poco de mis intereses personales. También me han ayudado a enriquecer estos textos, pues casi todas las imágenes (y muchas ideas) que coloco en este blog surgen de las redes o de otros sitios ciberespaciales.
Y sin embargo sé que no soy YO el que se comunica en estas redes, sino una imagen de mi YO que no se puede percibir totalmente por los demás ni por mí mismo. Me gustaría que las redes evolucionaran tecnológicamente (y nosotros culturalmente) hasta llegar a ser una vía de comunicación más real. Otro espejo donde podamos cer nuestro YO. Por cierto, aquí abajo están los botones para compartir este rollo en las redes sociales y también la oportunidad de opinar sobre él.
¿No podemos estar un rato sin comunicar? No. Mientras estemos con alguien más no podemos. Lo que sí podemos hacer es escoger distintas opciones de comunicación para no limitar nuestra expresión, y para tener diferentes formas de retroalimentación. El contacto con los demás nos permite conocernos, reafirmarnos y crecer. La invitación es buscar que ese contacto (verbal, físico, visual o como sea) se dé de la manera más honesta posible.
Hasta luego.