lunes, 28 de noviembre de 2011

Creyentes

“Dios es un concepto mediante el cual medimos nuestro dolor”
John Lennon

A Lennon se le criticó demasiado por su manera de expresarse acerca de Dios, o de Jesús, que se toma como sinónimo aunque para mucha gente Dios se representa de otras maneras. El caso es que en la vida diaria la concepción que tengamos de Dios resulta importante para definir una postura ante los problemas que se presentarán inevitablemente en nuestro andar por este camino mundano: Las personas creyentes pueden tener más recursos para perseverar en la búsqueda de una solución, pues el saberse aferradas a un concepto proporciona una sensación de seguridad y esperanza que anima a seguir adelante.

Y no se requiere de una fe ciega en Jesús, sino de creer en el concepto de aquello que es superior a nuestra existencia humana, bajo el nombre que queramos darle:

Dios,

Jesús,

Naturaleza,

Buda,

Yo divino,

Fuerza cósmica…

¡Vaya! Si hasta el hecho de creer en el ateísmo proporciona la seguridad de saber que hay “algo” cierto fuera de uno mismo, más allá de la vida material que conocemos, esta certeza se refleja cuando escuchamos el tono orgulloso del que dice “soy ateo”.

Por el hecho de ser creyentes podemos entrar a la vida espiritual, cada quien a su manera y con sus propios rituales o modalidades. Vivir la parte espiritual es un remedio contra el aislamiento que nos permite reencontrarnos y reconocer que ese concepto de algo superior da un centro o punto de equilibrio a la vida en general.

Quien no lo vive así no puede respetar las búsquedas que se desarrollan en la vida interior de cada persona para tratar de ser mejores, y quien no es capaz de respetar a sus semejantes tampoco podrá valorarse a sí mismo y puede perder el sentido de la vida.

Sin embargo, no es posible vivir sin tener la experiencia espiritual. Tal vez haya quien se niegue a aceptar esa parte de su realidad, pero en la búsqueda de su propia identidad y de afirmar el sentido de pertenencia, el desarrollo de un sistema propio de creencias juega un papel importantísimo e insustituible. Quizá haya quien afirme que no le debe nada a nadie ni a nada, que "se formó solo" y otras cosas así, pero esa idea de la "generación espontánea" no puede mantenerse mucho tiempo: todos nuestros recuerdos son influencias que han ido enraizando en nuestra mente, en la fuente de nuestro ser convirtiéndose, en algunos casos, en creencias firmes y tal vez hasta inflexibles.
Así que es cierto, “Dios es un concepto mediante el cual medimos nuestro dolor”. Y también puede ser muchas cosas más.

“No es posible que Dios haya jugado a los dados con el universo”.
Albert Einstein

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