jueves, 5 de abril de 2018

Infidelidad

"No hay duda: la cotidianidad no es más que una vacuna contra la lujuria".
(Jaime López)


¿Y por qué la infidelidad?

No hay una sola respuesta a esta cuestión, ni es posible encasillar uniformemente todos los actos de infidelidad como si todas las personas respondiéramos mecánicamente y reaccionáramos igual ante los mismos estímulos. ¡Qué fácil sería eso! Entonces se podría hacer una sola receta para que todas las personas tomaran la misma pastilla y siguieran el mismo tratamiento, de modo que en poco tiempo se habría eliminado la infidelidad de la faz de la Tierra.


Pero no funciona así.

Llegar a la infidelidad es un paso difícil y conflictivo para algunas personas, y para otras es una situación normal y divertida. Algunas personas dicen que es por su edad (que porque son muy grandes o que porque son muy chicos) o por cualquier otra razón. 

Yo tengo una teoría muy sencilla, y es que algunas personas pasan su vida buscando a alguien que las haga felices. Así que cada vez que aparece una mujer o un hombre atractivo, interesante, divertido, complaciente y con tantas cualidades, parece que ahora sí llegó la persona que tiene el poder de hacerte feliz y obviamente, ¡debes tener a esa persona! A veces esa persona "te hace feliz" por un buen tiempo, pero un día aparece otro hombre u otra mujer más atractiva (no necesariamente más bella), más interesante, divertida, complaciente y con tantas cualidades, que la verdad no entiendes por qué no la has abordado, si es obvio que esta es la persona que te va a hacer feliz.

Y la historia se repetirá muchas veces.



Cada vez que consigas una nueva pareja, esta opacará a la anterior y parecerá lo máximo hasta que tú le quites su valor, porque ya apareció otra persona y no pierdes la esperanza de que sea la que te hará feliz.

Hay que ser muy claros en esta verdad: Ninguna persona nació exclusivamente para hacerte feliz. Si te decides a asumir la responsabilidad de construir tu propia felicidad, te darás cuenta que en esa construcción puede participar más gente, pero sin la pesada carga de estar siempre al pendiente de que tú seas feliz.

Y se me ocurre, antes de terminar, que también podemos ver esta situación desde el extremo opuesto: Tú tampoco naciste solo para "hacer feliz" a otra persona, ¿lo crees?

Hasta luego.

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