lunes, 6 de abril de 2015

Decidirse hacia la felicidad

"Pídele a Dios, pero no cruces los brazos"
(Gustavo Robles "El Ney")


La felicidad es un estado que resulta de nuestra actitud ante la vida y se disfruta durante sus apariciones intermitentes a lo largo de nuestra existencia. Una vez me dijeron que la felicidad es una decisión, pero yo no creo que sea así... al menos no totalmente: he intentado en vano sentirme feliz cuando tengo un problema por resolver y no lo he conseguido; tampoco he podido decidir ser feliz ante la pérdida de algún ser querido o ante un fracaso importante... Si creyera que la felicidad depende de mis decisiones, entonces hubiera terminado pensando que hay algo mal en mi persona: ¡No puedo ser feliz aunque lo he decidido!

Entonces creo que puede tratarse de una confusión: Si la felicidad es un estado que se debe construir permanentemente, a cambio tenemos opciones que sí dependen de nuestra decisión. Una de ellas es la manera de percibir la vida, nuestra actitud. Hay quienes creen que la actitud que tenemos forma parte inevitable de nuestra forma de ser, de nuestro carácter. Y en cierta forma así es: Si una persona cree que no podrá alcanzar la felicidad, tiene razón. Si esa misma persona cree que la felicidad está a su alcance, también tiene razón. Eso es lo que logra la actitud.


Cuando la actitud es honesta y viene de nuestro interior, nos permite apreciar en su justa dimensión hasta los detalles que, en oras condiciones, nos parecen insignificantes. Y lo más importante: Nos mueve a actuar. Eso es lo que hace la diferencia con una actitud deshonesta, adoptada solamente por complacer a otros. Por hacer "como si" estuviéramos convencidos.

Es como decidir dejar la pobreza y esperar que el dinero llegue solo. O decidir estar sano sin renunciar a la comida chatarra, el cigarro y la pereza. 

Es cierto que todo empieza con una decisión, con identificar qué es lo que queremos (tal como vimos en las afirmaciones positivas), pero esa decisión inicial debe tener continuidad con acciones que nos lleven a elegir constantemente lo que nos acerque más a nuestra meta personal. A veces el solo hecho de seguir este camino nos da felicidad, a veces necesitamos terminar la tarea, recorrer completamente el camino para disfrutar plenamente la felicidad acompañada de satisfacción. Y en cualquier caso, habrá una decisión que determinará la manera como se habrá de recorrer el camino y como se vivirá la culminación: vivir con actitud optimista o pesimista.

¿Y si no resulta? ¿Y si empeñamos todo en un proyecto, una persona, un destino o cualquier otra cosa y al final no encontramos ahí la felicidad que anhelamos? Entonces, lo más probable es que de verdad queríamos dejar la responsabilidad de nuestra propia felicidad en algo ajeno a nosotros mismos. Y eso significa que deberemos tomar una nueva decisión, siempre habrá tiempo para eso, hasta que encontremos la decisión que encamine nuestras actitudes hacia nuestra propia capacidad de crear felicidad. Y todavía cuando eso ocurra, tendremos la tarea de ser constantes, porque difícilmente habrá una felicidad eterna, eso nos dará la oportunidad de crear nuevos momentos de felicidad. 

Y llegando a este punto yo deseo de corazón que en sus decisiones esté siempre la de compartir con alguien más esos momentos breves o extensos, para hacerlos más grandes e intensos. Todo empieza con esa decisión de vivir con una actitud abierta.

Hasta luego

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