"Lo más difícil del mundo es conocerse a sí mismo, y lo más fácil es hablar mal de los demás".
Tales de Mileto
En las relaciones humanas, sea con otros o con uno mismo, yo tenía presente una regla de oro que siempre traté de respetar, y dice "Que nadie salga lastimado".Aún así, me di cuenta que en muchas ocasiones las cosas se nos van de las manos y llega un momento en que debemos enfrentar el hecho de que alguien está sufriendo en la relación. Puedo ser yo, mi pareja, ambos... Alguien. Si hay hijos también pueden ser ellos y entonces empezarán a llegar las notas de la psicóloga de la escuela, o de la maestra o la directora.
En los hechos, la regla de oro "Que nadie salga lastimado" difícilmente se podrá cumplir: Tratar de vivir complaciendo a otra persona para que no haya conflictos no funciona, tarde o temprano cada uno sigue los impulsos de su propia naturaleza y no debe traicionarse a si mismo, a su propio corazón. Tampoco sirve querer controlar todo, cada uno tiene y usa su libre albedrío. Otra opción es desatenderse y dejar que la otra persona se haga cargo, esto también es una "solución" pasajera, pero después de mantener esta actitud por un buen tiempo, la relación se desgasta y se va diluyendo...
¿Y entonces qué puede resultar? La experiencia me dice que solamente la honestidad y el amor. Honestidad para identificar que estoy lastimando a la persona o las personas que quiero y amor para comprometerme a hacer cambios de fondo, a exponerme ante esa o esas personas que me importan y ante mí mismo, porque no hay nada peor que descubrir que no soy fiel a mis creencias y valores. Tal vez lo que descubra es que al que están lastimando es a mi, y entonces habrá que recurrir a los mismos ingredientes: Honestidad y amor.
Si logramos dar este paso, el siguiente será decisivo para que la relación cambie de nivel: Si veo honestamente la relación y me comprometo con amor, puedo quitar el orgullo para poner humildad en su lugar. Parece sencillo, pero en la práctica, por no atreverse a dar este paso, muchas parejas que pudieran funcionar prefieren aferrarse a su orgullo y terminar con todo. Después se darán cuenta que no pusieron su amor al servicio de la relación, sino al de su propio ego y de esa manera nunca se podrá dejar de lastimar a otros o a uno mismo.
Actualmente hay 2 reglas de oro que me guían en mis relaciones y que comparto en el consultorio:
1 - Lo que ocurre en pareja es cosa de dos. Uno solo no puede ni debe hacerse cargo de la relación, uno solo no es culpable de todo lo que ocurra, por eso en las relaciones de pareja participan 2 personas. Tampoco es sano que intervengan otras personas en lo que debe ser la vida íntima de la pareja, cuando esto ocurre, el rumor y la discordia pueden corroer y destruir la relación.
2 - No lastimar a la gente que quiero, y tampoco permitir que yo salga lastimado. Éste es el límite que marca la señal de alarma en las relaciones humanas. Esta cuestión está contemplada también en el ámbito legal.
Y ya comentamos unas líneas más arriba lo que se puede hacer cuando rebasamos este límite. Si no es posible rescatar la relación solos, también es válido pedir ayuda profesional y eso es parte de quitar el orgullo y buscar la humildad con la persona que quiero, y si esa persona está de acuerdo, rescataremos nuestra dignidad y valía personal volviendo a la regla 1.
Hasta luego.