domingo, 13 de octubre de 2013

Respetar a los hijos

"Para educar a un niño por el camino correcto, transite usted por ese camino durante un rato".
Josh Billings


Busqué imágenes en el buscador de Google con las palabras "respetar a los hijos" y aparecieron muy pocas entradas sobre ese tema, casi todo lo que apareció se refería al respeto que los hijos deben hacia sus padres. Esto está bien, para los papás es un orgullo y una satisfacción saber que tienen hijos respetuosos. Pero el respeto pertenece a ese grupo de actitudes que no se pueden exigir simplemente como una obligación, sino que deben ganarse; en ese mismo grupo están el amor y la confianza, ¿y cómo se ganan?: El respeto se gana respetando, el amor se gana amando, la confianza se gana confiando. Cualquier otro intento de obtenerlos fracasará o producirá un sentimiento "similar" (que se acepta como si fuera el auténtico).

Tristemente, he conocido personas que tratan a sus hijos de una manera que hace sentir pena ajena, en esas ocasiones me quedo pensando en las huellas que eso dejará en la mente del niño, frágil a esa edad y absorbente como una esponja. Los niños viven en la paradoja de que la gente que más quieren y en la que más confían es al mismo tiempo la que les puede hacer dudar más de sí mismos y de su valía personal.

He llegado a creer que algunas madres y padres no ven a sus hijos como personas, sino como una curiosidad, algo "bonito y tierno" que después se convierte en otro algo que necesita atención, tiempo y dinero, y además se mueve por la casa. Algo, pero no una persona. En esta creencia, no alcanzo a entender a partir de qué momento se decide que esos entes raros llamados niños se convierten en personas, pareciera que esto ocurre por arte de magia y que de pronto un día ya pueden ser escuchados y tomados en cuenta. La historia anterior a ese momento se hace a un lado, como si no existiera (al cabo no eran más que niños).

¿Cómo descubrimos si de verdad consideramos como personas a nuestros hijos, o a los niños en general? Hay muchos indicadores, nuevamente aparece la cuestión de que estas problemáticas humanas no tienen una sola causa, pero creo que el principal factor es el respeto.

Al sentirse respetados, los niños aprenden que son valiosos.

Al sentirse respetados aprenden a tratar con respeto a los demás.

Al sentirse respetados saben que pueden hablar y ser escuchados, y que también pueden escuchar.

Al sentirse respetados crecen grabando en su memoria vivencias de crecimiento y no de prepotencia.

Al sentirse respetados aprenden cómo quieren tratarse a sí mismos, y de esto depende cómo los tratarán los demás. Esta es una de las mejores consecuencias, pues cuando uno mismo aprende a respetarse, también le está enseñando a los demás cómo quiere ser tratado.

Cuando un niño crece en un ambiente donde no impera el respeto, obviamente, ocurre lo contrario.

"Tú no me querías a mi. Tú solo querías un animal de compañía"
Anónimo.

¿Y cómo le demostramos respeto a un niño o a una niña? Dicho con otras palabras: ¿Cómo ns podemos ganar el respeto de un niño o de una niña? Exactamente igual que con cualquier otra persona, aquí anoto algunas acciones que se me vienen a la mente, seguramente ustedes tendrán presentes muchas más:

Tratarlos como queremos que nos traten, y no dejarlos que nos traten como nosotros no lo haríamos.

Utilizar un lenguaje entendible para ellos.

Darles tiempo para hablar cuando quieran decir algo importante para ellos.

Cumplir con sus horarios y espacios de juego, comida, estudio y entretenimiento.

Hacerles saber que los queremos y que nos importan (se vale hacerlo con palabras, abrazos, cariños, juegos, gestos o como tu imaginación lo permita).

Permitir que expresen sus sentimientos sin ser criticados, y mucho cuidadito con esto, porque también cuentan como crítica las bromitas "inocentes", tales como poner apodos de acuerdo a los sentimientos que más expresan.


Al actuar con respeto hacia los niños, y hacia cualquier persona cercana, estamos creando vínculos más nutritivos y constructivos. También estamos ejercitando nuestra capacidad de empatía y de reconocer tanto nuestro propio valor como el de la gente que convive con nosotros. Eso puede hacer que ganemos lo mismo de parte de los demás, aunque no hay garantías, pues habrá niños (y personas de cualquier edad) que no perciban el respeto que les damos, entonces habrá que seguirles dando hasta que aprendan a identificarlo.

Por el contrario, cuando no somos capaces de relacionarnos con respeto, también le estamos enseñando a los demás cómo queremos que nos traten (así es: sin respeto), perdemos valor ante las demás personas y ante nosotros mismos y lo más grave: Traicionamos nuestro propio respeto y confianza.

"Dile a los niños la verdad".
Bob Marley

Los niños son personas y merecen respeto. Los adultos también, y uno mismo, quien escribe estas líneas y quien las lee, también. Si aprendemos a tratarnos con respeto a nosotros mismos, podremos hacer lo mismo con los demás, y si logramos crear ese ambiente para que crezcan los pequeños, más natural y espontáneo será vivir el respeto para ellos. Si tienes hijos, recuerda que sus padres son las personas más importantes en este mundo, y que aprenden de ellos todo lo que ven, oyen, escuchan y sienten.

(Esta fue la respuesta que dio Jonh Lennon de niño, cuando le hicieron esa clásica pregunta).

Hasta luego.

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