martes, 7 de mayo de 2019

Los 3 órdenes del amor

El amor no es suficiente.

Bert Hellinger partió de esta premisa que sustenta la teoría y práctica de las constelaciones familiares y que tiene gran aplicación en la terapia sistémica, familiar y de pareja: El amor puede perderse si no se enmarca en un orden claro y firme, pero a la vez flexible en cada etapa de la vida de pareja. 

En fin, aunque me parece que es un tema muy conocido, comento enseguida los 3 órdenes del amor:




Primer orden del amor: Derecho a pertenencia.

Todo el que tiene derecho a pertenecer, pertenece y no se le puede negar ese derecho, si se hace habrá consecuencias para ese sistema.

Mentir acerca del origen familiar, o de la descendencia para ocultar alguna persona o algún hecho a los ojos de los demás (por la razón que sea), creará una deuda emocional que en algún momento se hará presente con uno o más miembros de la familia. Esto no implica únicamente a los papás e hijos de un hogar, sino a la familia en su concepto más amplio, que comprende también a abuelos, nietos, tíos, primos, novios, ex esposos, amantes y a toda aquella persona que ha formado parte de los lazos afectivos de uno o más miembros de la relación (hombres y mujeres). Todas estas personas pertenecen a la relación y forman parte de su historia.
Excluir a un miembro de la familia ignorándolo, negándole oportunidades, cuestionando o criticando constantemente lo que hace o aplicando cualquier otra forma de discriminación, causará un daño permanente al sistema, que se manifestará en las relaciones que forjen sus miembros.

La actitud esencial para vivir el primer orden del amor es la aceptación.

Segundo orden del amor: Jerarquía.

Existe una jerarquía natural que depende del orden de entrada en la vida.

En el lenguaje legal también tiene su lógica: "Primero en tiempo, primero en derecho".  Es por ello que los hijos no pueden ser iguales a los padres: primero llegó la pareja y se ganó un lugar, gracias a ello llegaron después los hijos y en el ínter pudieron haber entrado otras personas a la relación (más allá de la pareja, que siempre debe ser solamente de dos): familiares y amistades de ambos. A veces ocurre que uno de los miembros de la pareja ya tiene uno o más hijos, es decir que estos llegaron antes que la nueva pareja y aquí aplica también el segundo orden del amor: la pareja recién llegada nunca va a poder desplazar a los hijos previos, ya que estos llegaron primero a la vida de la persona que recibe a su nueva pareja.

Un hombre o mujer que acepta como pareja a alguien que ya ha hecho su vida y quiere volver a comenzar, enfrentará el hecho de que las personas que se ganaron un lugar en sus relaciones seguirán formando parte de su historia y no deben ser negadas, sean hijos, ex esposos, hermanos, madres o cualquier otro tipo de relación cercana. De acuerdo al primer orden del amor, pertenecen al mundo de quien vivió esa relación. Negar a alguien que formó parte de la propia historia, o pedirle a la pareja que niegue a quien llegó antes a su vida, es condenar la relación al fracaso.

La actitud esencial para vivir el segundo orden del amor es el respeto.



Tercer orden del amor: Equilibrio entre el dar y tomar.

Debe existir entre iguales un equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. En las relaciones entre desiguales como por ejemplo padres e hijos, no existe esa reciprocidad, los hijos devuelven lo recibido a su vez a los hijos o a la vida.

En este punto aplica aquella frase de que "Amor no es sacrificio": aunque para mucha gente la generosidad es el mayor valor que se puede demostrar, no es sano dar a la pareja o al ser querido más de lo que podrá corresponder: quien recibe más de lo que puede dar termina huyendo de la relación, pues vive con una deuda que jamás podrá pagar y eso le coloca en desventaja ante una persona que le ama pero no se pone en una situación de igualdad. Por el contrario, también hay quien no acepta recibir y por este hecho puede terminar mal una relación, ya que dar simboliza una forma de entregarse a la relación, pero si una parte quiere dar y la otra se niega a recibir, evidentemente no se cierra el ciclo del amor que consiste básicamente en compartirnos, como personas y en nuestras posesiones.

La relación no es mercantilista, no se trata de una cuestión meramente material. Se trata de dar con gusto y sin dudas todo lo que implica amar a una persona y recibir algo equivalente. Eso podría llamarse "un trato justo" en el cual ambos miembros de la pareja se sentirán satisfechos porque el amor no es solo dar, sino también recibir. Las parejas más funcionales son aquellas en las que ambos miembros saben que pueden amar y también ser amados.

Las personalidades depresivas e introspectivas (sentimientos que "se compactan") tienden a negarse a recibir y prefieren dar, adoptando una actitud de dignidad o de desvalidez. Las personalidades más sociables y extrovertidas (sentimientos que se "expanden") tienden a recibir con facilidad y prefieren no dar, sino comprometer a otros a dar. Las personalidades más asertivas (¡claro que sí, sí las hay!) tienden a aplicar aquella frase de "yo tomo de la vida todo lo que le puedo devolver", es decir, saben dar y recibir. Sin culpa ni ostentación.

La actitud esencial para vivir el tercer orden del amor es la gratitud.


Hasta luego.

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