jueves, 10 de agosto de 2017

Reencontrarte

"Con tu experiencia y su capacidad de asombro, ¡todo lo que puedes hacer!
Déjalo regresar a casa..."
(hemebe)


La parte más importante en el trabajo para recuperar a nuestro niño interior consiste en hablarle directamente al niño o a la niña que alguna vez fuimos, hacerle saber que creemos en él o ella y sobre todo, decirle de corazón que puede contar con nosotros. ¿Quién conoce mejor al niño o niña que fuimos? Pues uno mismo, aunque a veces podemos olvidar nuestra infancia, la etapa más honesta y creativa en cada persona.

De niños todos tuvimos miedo a ser abandonados, rechazados u olvidados por la gente que queremos. Es el mayor terror de la infancia. Por eso es valioso reencontrar al infante que fuimos y que está escondido por ahí dentro de ti, así puede saber que no lo has olvidado, que es real.


Pero hay otra razón para hacerte amigo de tu niño interior: cuando nos volvemos adultos pensamos más, razonamos mucho y hacemos como que nos afectan menos las cosas de las emociones... ¡no es verdad! Seguimos sintiendo igual que cuando éramos pequeños pero le quitamos importancia a lo que sentimos, de manera que esa emoción o sentimiento se esconde en algún lugar dentro del cuerpo hasta volverse un síntoma. Es decir, hasta que nos enfermamos.

Y mientras más reprimes lo que sientes más solo te sientes, porque pelear con lo que sentimos requiere mucha energía y esfuerzo: no es fácil vivir aparentando ser "una persona fuerte que no siente nada".

Si olvidaste al niño o niña que fuiste, trata de hablarle o escribirle de vez en cuando, a solas. Te ayudará a recuperar tu capacidad de asombro, de hacerte caso y de entender a los demás, y tú le ayudarás a tu parte infantil a expresarse más libre y sin culpas.

No hay una explicación precisa de por qué a la gente buena le ocurren cosas malas, porque en realidad no se las merecen. Ni la religión, la psicología o la ciencia pueden explicarlo exactamente, pero si la vida nos coloca en una situación difícil podemos decidirnos a pasar nuestro tiempo quejándonos y renegando, o podemos decidir seguir el camino con gratitud, aprendiendo y enseñando de la vida.


Si decides seguir por la segunda opción, hacerte amigo de tu niño o niña interior te hará más fáciles las cosas y avanzarás como una persona más completa sin necesidad de buscar tantas explicaciones ni tener que repartir culpas a la gente que tienes alrededor.

Aceptar sin resignarte, aceptarte sin criticarte. Es el regalo que te da tu niño interior. ¿Quieres reencontrarlo? Yo te puedo ayudar.

Hasta luego.

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