"En la escuela nos enseñan a memorizar fechas de batallas pero que poco nos enseñan cosas que hablen de amor"
(Los Fabulosos Cadillacs)
Ayer fue el día del amor y la amistad. ¡Muchas felicidades a todos! Mis mejores deseos de que no solo en estas fechas sino en todos los días de sus vidas puedan vivir el amor.
Y bueno, parecerá contradictorio, pero casi siempre escribo acerca del amor, de lo que debería ser y de todo lo que cabe en esa palabra tan idealizada a veces y tan cercana en otras ocasiones, pero hoy pensé en hablar de todo lo que no es el amor, de lo que no queremos en nuestras relaciones, de las actitudes que llegan a destruir la vida de una pareja, y me acordé de varios ejemplos de inmediato:
Chantaje.
Alianza (con hijos, mamás, papás, amistades o alguien más).
Humillación.
Violencia.
Reclamos.
Celos.
Posesividad.
Miedo.
Burlas.
Gritos.
Intolerancia.
Desconfianza.
Infidelidad.
Irresponsabilidad.
Vicios.
Codependencia.
Peleas.
Machismo.
Hembrismo.
Falta de compromiso.
Vergüenza.
Comparaciones.
Mentiras.
Y muchos otros más (si te acuerdas de otro por favor lo compartes en los comentarios, al final de este texto), cuando me doy cuenta de la facilidad con que me vienen a la mente estas actitudes, me asusto porque también estoy programado con estos intereses que van en contra de la confianza en la pareja, de la convicción de poder llevar un proyecto de vida con otra persona por mutua voluntad, y del deseo de recorrer el camino de la vida acompañado y no solitario. Y cuando falta todo esto hacia la pareja, significa que también hay carencia de ello en el interior de uno mismo.
"No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar".
(Albert Camus)
¿De dónde vienen estas ideas y actitudes de desamor? ¿Dónde las aprendemos?
Prácticamente en todos lados:
En casa, con los ejemplos de mamá, papá y otros familiares, también con los amigos y amigas de la familia, que llegan a tener un papel muy relevante en la dinámica familiar porque hasta parece que "piensan igual" y eso refuerza la idea de que este mundo funciona como dicen en mi casa (cuando éramos niños cada uno traía su carga de casa, ahora de grandes le agregamos a esa carga original nuestra propia versión adaptada, a veces incluso corregida y aumentada);
En la escuela, donde desarrollamos habilidades sociales y personales y podemos encontrar ejemplos de cómo expresar los sentimientos asertivamente y cómo actuar cuando alguien más abre sus sentimientos y emociones, pero también, desafortunadamente, es posible encontrar con mucha frecuencia las razones para no mostrarnos tal cual somos y ocultar nuestros verdaderos sentimientos e ideas (no solo por el bullying, sino también por las críticas y juicios emitidos por personas bien intencionadas de una manera no adecuada);
En las películas, igual las muy mexicanas aunque no sean de la "época de oro" y las extranjeras, especialmente las de estilo hollywoodesco, ambos estilos cinematográficos promueven estereotipos muy definidos donde una persona, hombre o mujer, puede hacer grandes cosas y lograr el éxito por sus propios medios, pero todo esto no sirve de nada si no es realizado para que lo valore alguien más (como si el amor verdadero solamente se alcanzara con grandes sacrificios o realizando algún acto heroico o extraordinario. En caso contrario cualquier candidato a enamorado tendrá que renunciar a su sentimiento);
En los programas de televisión (siempre son un buenísimo ejemplo de esto los programas de Televisa y TVAzteca, aunque en todos lados se explota el desamor), y sobre todo ¡cómo no! en las novelas románticas que desde su aparición han servido para agregar más ilusiones, angustias y sufrimientos a sus asiduos seguidores, amén de convertirse por sí mismas en unas lecciones permanentes de que el amor solamente se alcanza (obvio) con grandes sacrificios o realizando algún acto heroico o extraordinario. Imagínense dónde quedaría la mayoría de los simples mortales que normalmente decidimos amar compartiendo nuestras vidas tal como somos, conscientes de que nuestros actos más extraordinarios dependen no de hacer algo espectacular sino de conducirnos con honestidad y congruencia en lo que decimos, pensamos y hacemos.
Y en las canciones, las pop, las underground, las arrabaleras, las románticas y casi en cualquier género volvemos a encontrar esos estereotipos. Lo curioso o diferente es que como las canciones son la forma de arte más accesible y cercana a todos, se vuelve la más influyente en nuestras vidas y una excelente forma para bombardear nuestra mente cuando se trata de inculcarle alguna idea. A la par de las canciones están las noticias, los comentarios, los anuncios, y cuando todos estos ingredientes se juntan y se revuelven en un brebaje auditivo, se crea un contexto perfecto para que cualquier estereotipo, conducta o emoción se exhalte o se inhiba, sin mucho problema. Como todos los días, en cualquier lugar y prácticamente a cualquier hora escuchamos canciones, resulta que hemos aprendido a compartir algunos elementos en común:
Por ejemplo, todos sabemos que cuando estamos enamorados y mal correspondidos debemos escuchar canciones de desamor, de esas que duelen. También sabemos que cuando estamos enamorados y sí nos corresponden debemos escuchar canciones de "amor" de esas que dicen que uno no puede vivir sin la otra persona (aunque eso no es amor, eso es idealizar la codependencia y reforzar la baja autoestima). Esas canciones nos enseñan que está bien vivir pegados al recuerdo de un gran amor en lugar de subirnos al tren de la vida y vivir el presente. Nos enseñan que si alguna vez sufrimos un desengaño amoroso está muy bien guardarle rencor a todas las mujeres o a todos los hombres (según sea el caso) porque solamente la venganza podrá devolverle la paz a nuestro corazoncito (¡cosa más falsa! Esto sigue siendo vivir en el pasado sin darse la oportunidad de conocer nuevos estilos de relación) y nos enseñan también que el amor verdadero no es más que un ideal inalcanzable... y si es inalcanzable ¿para qué me esfuerzo?
"El amor nunca muere de hambre; pero tal vez de indigestión"
(Ninon De Lenclos)
Llevando al extremo los mensajes de desamor nos encontramos con dos opciones opuestas:
1. Me olvido de buscar el amor verdadero porque ni existe y mejor termino por dedicarme a conquistar personas y disfrutar la pura pasión, o
2. Me dedico en cuerpo y alma al amor de mi vida, mi complemento, olvidándome de mí aunque esa persona no me valore porque si no, la vida no tendrá sentido y seré siempre una persona incompleta.
Pero entonces el desamor existe. Y también existe el amor. Y a diferencia del desamor, no se dan a conocer tantas recetas facilonas para vivirlo y aprovecharlo, pero hay algunos tips básicos que sí podemos tener presentes, como estos dos:
1. El amor debe nacer dentro de uno mismo y de ahí se comparte. Cuando no busco primero mi propio amor puedo pasarme muchos año o incluso toda la vida culpando a otros por no darme amor. Cuando encuentro el amor en mi interior y lo comparto, entiendo que eso del amor se construye voluntariamente entre dos personas diferentes, cada una a su manera, y no se puede exigir.
2. El presente nos deja actuar, centrarnos en el pasado o el futuro nos lo impiden. Solamente estando conectados con el presente podemos dedicarnos a nosotros mismos en primera instancia y enseguida a compartirnos con alguien más.
¿Y vamos a dejar de ir al cine, de escuchar canciones, de ver la tele, de recordar las frases de mamá, papá y tantos otros seres queridos? ¡Claro que no! Todo eso forma parte de nuestra historia personal, ha servido para ir construyendo a la persona que somos actualmente y seguirá teniendo un lugar dentro de nosotros, pero si nos damos cuenta cuáles mensajes nos ayudan a fomentar actitudes de desamor (otros nombres son prejuicios, intolerancia, machismo, hembrismo, soberbia, prepotencia y varios más), podemos filtrarlas y elegir como modelos aquellas que nos llevan a descubrir nuestra propia valía, aquella que nos ayuda a construir experiencias y sentimientos valiosos con otras personas.
Cada uno de nosotros decide qué clase de alimento le da a sus sentimientos.
Hasta luego.
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