"La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre."
NIetzsche
"No pierdas la esperanza". Muchas
veces hemos escuchado esa frase, o la otra que dice “La esperanza muere al último”, cuando
las cosas no están saliendo como esperábamos nos dicen esto para darnos aliento
y volver a intentarlo. También la escuchamos cuando nos hemos esforzado mucho
para conseguir algo y necesitamos animarnos y no rendirnos para que
todo el esfuerzo realizado dé buenos frutos, pues si dejamos de ser constantes
tal vez perdamos todo lo que hemos conseguido y después tendremos que volver a
empezar.
Para
que no haya dudas acerca de qué estoy hablando, y como dato curioso, antes de
continuar voy a compartir algunos de los significados que puede tener la esperanza:
1. La esperanza es una de las tres virtudes
teologales para alcanzar la vida eterna;
2. La esperanza es un sentimiento
que experimentamos cuando las cosas van mal, que nos lleva a tener el presentimiento o la fe de que
mejorarán;
3. Esperanza es un nombre de pila femenino;
4. La esperanza es una manera errónea de llamar a la expectativa (ésta es una suposición sustentada
en hechos y eventos que la vuelven una posibilidad más o menos razonable);
5. La esperanza matemática es el valor esperado de una variable (o media);
6. La teoría de la esperanza es una teoría
motivacional;
7. La Virgen de la Esperanza, advocación
mariana en la Iglesia Católica;
Voy a enfocarme en el segundo significado de esta lista: La esperanza como un
sentimiento o presentimiento de que las cosas van a estar mejor, así nada más, sin
mayor argumento.
Hasta
aquí todo bien, mientras tengamos gente que nos estima y se preocupa por
nosotros, seguiremos recibiendo estas frases esperanzadoras con la mejor de las
intenciones. Sin embargo, no hay que abusar de la esperanza. Es más: Hay situaciones
en las que lo más sano que podemos hacer es soltar y abandonar las esperanzas
para seguir avanzando por la vida.
¿Te atreves a soltar tus
esperanzas?
Cuando planteo esta pregunta, normalmente es
a una persona que ha soportado muchas cosas de otra, con la esperanza de que su
situación mejore. Y normalmente también, la respuesta es no… Si suelto mis
esperanzas, ¿con qué me voy a quedar?
"Que más mata esperar el bien que tarda
que padecer el mal que ya se tiene."
Lope De Vega
Decirle
adiós a las esperanzas es un paso doloroso, da miedo decidirse a darlo porque
nos educaron para ser “buenos” y muchas veces confundimos eso con ser sumisos y
darle a otras personas más valor del que en realidad tienen. ¿Cuál vida vale
más? Todas las vidas valen lo mismo, así que no hay razón para que
una persona viva sacrificándose solo para ver si así consigue el amor o el
reconocimiento de otra.
Tal vez llevas una vida de pareja que no te satisface, puede ser que debas
soportar humillaciones o aceptes vivir bajo las condiciones que dicta tu pareja,
y sin embargo crees que de esa persona depende tu felicidad y por eso te aferras a la
esperanza de que esa misma persona que te ignora o te maltrata va a cambiar
(cualquier parecido con el escrito “Dos formas de amar” no es por mera coincidencia).
Necesitamos
soltar la esperanza para dejar de engañarnos: Si una persona te lastima intencionalmente, no te quiere ni te valora, ¿cómo puede alguien lastimarte? Hay muchas formas, por ejemplo estas (cuando son frecuentes y voluntarias):
Burlas,
Sarcasmos,
Cambiar el tema de conversación,
Ignorarte,
“Olvidar” lo que
habían acordado o lo que le habías encargado,
Gritos,
Ausencias inexplicables,
Comparaciones,
Silencios prolongados,
Gestos de desagrado cuando opinas,
Decidir sobre cosas que afectan a ambos sin conversar sobre eso...
"Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado"."
Arthur Schopenhauer
Si quieres rescatar tu relación, lo primero que hay que sacar de ella es
la esperanza. Si tenemos nuestra vista fija en las esperanzas, no podemos ver
la realidad. Los hechos reales son duros, no los queremos y preferimos ignorarlos: Tu pareja no va a cambiar mientras sigas aceptando
aguantarle todo lo que haga. Si te atreves a ver los hechos reales, te puedes
dar cuenta que te estás relacionando con tus esperanzas y no con una
persona, vivir así es idealizar a la otra persona como quisiéramos que fuera, y
de esta manera podemos pasar toda una vida esperando que ese individuo (o individua, diría Fox) se
convierta milagrosamente en el ser ideal que hemos creado en nuestra mente.
Viviendo así, la esperanza se convierte en una espera pasiva. Soltar la
esperanza es decidirse a actuar, a ir sobre los hechos y no sobre los
pensamientos o ilusiones. Solo así podemos
cambiar a alguien, pero no será a la pareja ni a otra persona, sino a uno
mismo.
Algunas
personas me han respondido que van a soltar sus falsas esperanzas,
pero no hay falsas esperanzas, todas son tan reales que en base a ellas nos
movemos por la vida. Lo que hay son esperanzas no realistas, sin
fundamento. Esas son las que debemos soltar.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Martin Luther King
¿Con qué me quedo?
He
aquí el mayor miedo, el que nos hace aferrarnos a la esperanza de que otra persona nos dará felicidad.
Una
opción es cambiarlas por expectativas, es decir por posibilidades de alcanzar
un resultado, a partir de hechos o eventos concretos y fáciles de identificar. A partir de las expectativas producimos estrategias y planes de acción, también nos motivan a
creer que lograremos algo mejor porque están orientadas al futuro, pero a
diferencia de la esperanza, se sustentan en la realidad. Y funcionan en
distintos proyectos: Ser aceptado en la Universidad o en un trabajo; ahorrar y
comprar una casa; un auto o irse de vacaciones; educar bien a los hijos; dejar
un mal hábito o un vicio; mejorar la imagen personal; mejorar una relación en
la que ambos están de acuerdo en crecer juntos…
Hasta luego.
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