"Siempre hay oportunidad para cambiar, porque siempre hay oportunidad para aprender"
Virgina Satir
Es frecuente escuchar hablar acerca de la buena comunicación y de sus efectos positivos. Y es muy recurrente encontrar y reencontrar errores o mitos de la comunicación, que se aceptan como verdades. Si bien no es el único, sí es el puente más utilizado para acercarnos a los demás y, una vez que se ha afianzado el lazo afectivo que une a dos o más personas, también es un excelente vehículo para mantener acuerdos y arreglar desacuerdos. Siendo una herramienta tan poderosa, también hay ciertos peligros si la comunicación no se utiliza bien.
El mayor mito es que la comunicación es "hablar bien", y que hablando bien no tendremos problemas en nuestras relaciones. Si bien es cierto que la comunicación verbal implica tener la capacidad de ordenar las ideas antes de externarlas, y saber de antemano lo que se desea expresar para poderse adaptar en el curso de la comunicación, estos elementos no son la comunicación en su totalidad. Se requiere incorporar otros, también muy conocidos pero rara vez utilizados en combinación, al menos de manera consciente.
Escuchar. ¡Sí! Todos tenemos algo que decir, nos interesa ser escuchados, entendidos y comprendidos. Entonces es lógico suponer que también esa persona que está tratando de comunicarse conmigo también necesita expresar algo y no está conmigo solamente para escucharme y entenderme a mi... ¿o sí? Todos tenemos algo que escuchar. Sentirse escuchado y atendido es una experiencia muy gratificante para cualquier persona.
Lenguaje no verbal. Es la parte más sincera y más traicionera de nuestro ser, aunque tratamos de disimular algunas reacciones emocionales, siempre hay algún rasgo en nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestro tono de voz, nuestra mirada o hasta en un simple cambio de ritmo en la conversación, que delatará la existencia de una alteración, un sentimiento inesperado o un miedo escondido que de repente se asoma cuando lo llama una frase o una palabra en la conversación que estamos sosteniendo. Como es inevitable que esto suceda, lo mejor es aprender a ser amigos de nuestro cuerpo y hacerle caso nosotros mismos, antes de que lo haga nuestro interlocutor. Como dice arriba, es nuestra parte más sincera, aunque a veces no nos damos la oportunidad de verla.
El contexto. El ideal de mantener siempre el mismo estilo de comunicación ante cualquier situación, persona o circunstancia, no deja de ser solamente un ideal o una exigencia, que puede convertirse en una limitación para expresarnos como somos. Si nos encontramos en la familia, en la escuela, en el trabajo, con los amigos, en el templo, en una terminal de autobuses, en una entrevista importante, en el teatro, de compras o en cualquier otro lugar, habrá ciertas pautas sociales que dirigen el estilo particular de externar lo que pensamos y sentimos, sin que eso implique dejar de ser nosotros mismos: lo que es cursi en una situación será muy efectivo en otra. En realidad la necesidad de actuar de manera distinta en diferentes contextos, sin dejar de lado nuestra personalidas esencial, es la mejor oportunidad para aprender nuevas formas de reaccionar, de escuchar y de expresarnos, es decir, de crecer interiormente y aumentar nuestras opciones de respuesta. Recordemos que una persona sana emocionalmente es la que percibe y aprovecha la diversidad de opciones que hay en su contexto, y una persona con rasgos neuróticos es la que no puede ver otras opciones por muy obvias que sean, debido al afán de ser "siempre la misma" o de ser "congruente" y no cambiar.
"Nos llamamos a cada rato, o nos enviamos mensajes". El nuevo truco de enviar un mensaje que sigue siendo impersonal y distante aunque en su contenido lleve muchas palabras simpáticas y cariñosas: en la cultura actual de "satisfacción inmediata" (pura ilusión) están teniendo mucha aceptación estos trucos que yo llamo comprimidos o cápsulas comunicativas, aunque hay quienes creen que efectivamente están en contacto cercano con esta única opción. No la descarto, obviamente, pero estas cápsulas y comprimidos no pueden sustituir a la alimentación sana, que en este caso sería la comunicación persona a persona.
En el chat o el "féis" a todo dar, pero cuando nos vemos no hablamos. Un derivado del punto anterior, ya que en la comunicación escrita disminuye bastante el riesgo de una discusión (en el último de los casos nos salimos de la conversación y ya) se está observando cada vez con mayor frecuencia que algunas personas, aunque se vean y tengan oportunidad de hablar, hacen como que se comunican, a veces incluso con apego a la más perfecta diplomacia y las reglas de urbanidad, pero no se dicen nada relevante. Después, en la "intimidad" de la compu o el celular estarán enviando mensajes y respondiendo animadamente a las preguntas de esa persona que no se atrevieron a enfrentar cara a cara cuando hubo oportunidad. Esta es una nueva categoría de "máscaras" para esconder nuestros sentimientos y no exponerlos, además nos permite justificarnos, pues estamos comunicando lo que pensamos, por si fuera poco es seductora y hasta adictiva, despierta en mucha gente sus deseos de trascender dejando algo escrito, cualquier cosa, pero aleja a las personas reales creando una distancia entre ellas que solamente puede llenar el contacto humano, en vivo. El mundo virtual no es real, debería ser un reflejo de lo que hacemos en el mundo físico donde nos desenvolvemos y no una nube donde nos subimos a soñar que todo funciona bien sin esforzarnos por afrontar los problemas.
No nos vemos, hablamos de cuarto a cuarto. A gritos y sin hacer caso de todo el lenguaje no verbal que involucra esto. Obviamente elevar tanto la voz y colocarse a tanta distancia los dos interlocutores ya está diciendo que hay algo por arreglar en esa relación, pero quienes escogen este tipo de "comunicación" hacen como que esto es normal para justificar la distancia en su relación y para no comprometerse a compartir su intimidad.
¿Problemas de comunicación? Pues sí, en todas las relaciones habrá algunos problemas y dificultades, como decía anteriormente, es la forma de aprender nuevas opciones de responder, de escuchar y de expresarme. De entenderme para enseguida hacerme entender. Cada individuo viene con su propio "código casero" de comunicación, en cada casa o familia se han desarrollado hábitos de comunicación que se quedaron grabados en la mente de todos sus miembros, al grado de que salimos de casa pensando que "yo soy así" y como es algo natural en mi, no lo voy a cambiar, sin embargo, cuando nos aferramos a un estilo rígido de comunicación nos causamos mayores problemas, podemos terminar aislados, enojarnos sin saber la razón y nos dañamos emocionalmente y también a las personas que queremos.
Por eso es importante saber y tener presente que en cualquier momento de la vida podemos aprender a relacionarnos de manera diferente: algunas formas de comunicación que nos son útiles en un momento o contexto determinado, no funcionarán en otros.
Cuando la comunicación no funciona, la sustituímos con actitudes que también aprendimos en casa y con gentes importantes durante nuestro desarrollo. Virginia Satir describe acertadamente estas conductas o estilos de comunicación, que llevadas a un extremo son la base de la manipulación y el chantaje en las relaciones humanas: Ignorar, exagerar, culpar, alabar, cuestionar, aconsejar, tomar a broma, ordenar, asentir, quejarse, entre otras.
Aprender a comunicarse es una tarea que va de la mano con el crecimiento personal, por lo tanto también es tarea para toda la vida: Hablar, escuchar, hacer contacto, entender, acompañar.
¿Y cómo voy a saber si mi estilo de comunicación funciona? Nuevamente depende del contexto, pero una pista para saberlo la encontramos en nuestra sensación interior: La comunicación asertiva lleva una alta dosis de empatía, que nos permite sentirnos acompañados y ser parte de algo más que nuestro propio ser.
Hasta luego.