"Lo que nos decepciona de los demás no es lo que hacen, sino lo que esperamos que hagan"
Vivimos buscando la perfección fuera de nosotros, de hecho vivimos exigiendo la perfección a los demás, como si nosotros mismos ya la tuviéramos. Tenemos por cultura muy arraigada la costumbre de idealizar a la gente que queremos, y al hacer esto es como si le echáramos encima una maldición: Quedará condenada a no fallar nunca, a ser como me he imaginado que es, a estar siempre para mi como yo quiero que esté, y a ser culpable de mi felicidad o de mi tristeza. Así de grande es el poder que creemos darle, para no hacernos responsables de nosotros mismos (sí: así es la codependencia).
(Mayté Vargas)
Vivimos buscando la perfección fuera de nosotros, de hecho vivimos exigiendo la perfección a los demás, como si nosotros mismos ya la tuviéramos. Tenemos por cultura muy arraigada la costumbre de idealizar a la gente que queremos, y al hacer esto es como si le echáramos encima una maldición: Quedará condenada a no fallar nunca, a ser como me he imaginado que es, a estar siempre para mi como yo quiero que esté, y a ser culpable de mi felicidad o de mi tristeza. Así de grande es el poder que creemos darle, para no hacernos responsables de nosotros mismos (sí: así es la codependencia).
Si somos niños idealizamos a nuestros padres.
Si somos jóvenes idealizamos a nuestros artistas o deportistas favoritos.
Si somos estudiantes idealizamos al maestro.
Si somos pareja idealizamos al novio o la novia.
Si somos esposos idealizamos nuestra vida matrimonial.
Si somos padres idealizamos a nuestros hijos y nietos.
Si somos jefes idealizamos a algún empleado, o al revés.
Si somos ambiciosos idealizamos a quien sabe enriquecerse sin importar cómo.
Si estamos decepcionados de nuestra vida idealizamos la felicidad del vecino.
Idealizar, idolizar, llevar más allá de lo humano a alguien. El problema se presenta cuando esa persona idealizada actúa como cualquier ser humano común y corriente, rompiendo la imagen de perfección que en muchas ocasiones ni siquiera era consciente de tener. Entonces vuelve a la carga el Rey Mierdas (http://hemebe-psicoterapia-ags.blogspot.mx/2011/08/para-que.html) y juzga con dureza al ídolo caído: si se mostró humano no merece nuestra atención, sigamos buscando a un ser perfecto, aunque esté lejos de aquí, lejos de mi. Y estará lejano siempre, porque es la mejor manera de idealizar a quien sea: Una vez que esté cerca se volverá cotidiano, humano, normal y perderá su valor.
Me preguntaban hace poco en tono de decepción (de ahí viene este escrito) que si la costumbre viene a terminar con el amor. Obviamente no tengo la respuesta a una pregunta tan profunda y tan común en las parejas, pero querían mi opinión y yo digo que la costumbre es parte del amor. Cuando se termina la idealización, y la pasión fogosa que impera al principio de casi todas las relaciones de pareja comienza a reducir su temperatura, nos encontramos frente a frente con otra persona, otro ser humano igual que uno mismo, comenzamos a notar más sus defectos que sus virtudes y vamos sospechando que también tiene algunos momentos de tedio, igualito que uno mismo. Se comienza a ir la ilusión de haber alcanzado la perfección a través de otra persona (porque además somos cómodos: ¿para qué esforzarnos en alcanzarla en nuestro interior?).
Esta historia es tan común y corriente que ninguno de nosotros se reconocerá como protagonista de ella, sin embargo al vivirla tenemos la oportunidad de descubrir el amor a los demás y a uno mismo a través de la aceptación, la humildad y esos sentimientos que nos acompañan cuando abrimos la puerta al amor humano, sin idealizaciones: confianza, respeto, comprensión... y lo mejor de todo es que no es necesario renunciar a la pasión, solamente le pedimos que haga espacio para compartir su reinado.
Si no podemos hacer esto de amar y comprometernos con una persona tan persona como nosotros en la vida diaria, siempre podremos elegir seguir buscando a la persona perfecta fuera de nosotros, como si fuéramos cazafantasmas. Cualquiera que sea el camino que escojas, lo mejor es seguir la regla básica: tratar de que nadie salga lastimado.
Hasta luego.
"Lo maravilloso siempre se vuelve normal"
(Bob Dylan)
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