A Hortencia.
Mi hermana siempre presente en mi infancia y adolescencia.
De quien aprendí que la vida se puede enfrentar con humor.
Y a todos mis muertos queridos.
La muerte nos juega la misma broma de formas distintas, dejándonos de pronto con un montón de recuerdos que no podemos acomodar porque la persona que los creó ya no está y en su lugar solo se encuentra una enorme ausencia, a eso es muy difícil acostumbrarse, mientras la muerte nada más muestra con todos sus dientes su sonrisa eterna . No creo que sea risa de burla, es por su broma ya gastada pero no conoce otra.. Muerte, vieja amiga, te espero al final del camino pero apareces muchas veces antes, en cualquier esquina, en cualquier remanso y cada vez que pasas junto a mí me quedo con las mismas dudas y una que otra distinta...
- I -
¿Cuál es la actitud que distinguió la vida de la persona que se ha ido? Tal vez fue la honestidad, o la responsabilidad, o el humor, o la paciencia o la dedicación o vaya uno a saber entre tantas formas de ser en este mundo. Se han ido muchas personas que quiero, que son importantes y han marcado mi vida de diferentes formas, y creo que esto nos ha pasado a muchos de nosotros, entre la pandemia, la violencia y otras causas más "normales", casi todos podemos contar unas pocas o unas muchas bajas entre nuestros conocidos. Cuando la muerte escoge a alguien no le da oportunidad de ejecutar un salto inmortal, se lleva a quien eligió sin más trámites. Mi hermana, por ejemplo, se fue y dejó revueltos todos mis recuerdos y mis emociones, me sorprendí al ver que ya estaba acostumbrado a creer que su cara de enferma era normal y me sorprendí más cuando redescubrí en los escombros de mi memoria tantas caras que tuvo a lo largo de su vida, tantos sueños, tantos planes siempre pospuestos y sobre todo tanto humor para navegar por los problemas de la vida, tanto amor para encontrarle sentido al sinsentido y tantas vidas a lo largo de sus 60 años para completar una sola vida hacia el exterior. Mi hermana la joven, la adulta, la soltera, la casada, la organizadora, la motivadora, la bonita, la que creía en mí y en ti y en toda la humanidad, la resoltera, la mamá, la que se dio y no quiso quitar porque solo tomaba de la vida lo que sabía que le iba a poder devolver. Mi hermana le dio sentido a su vida con dos actitudes, la lealtad y la ternura, no parecen muy impactantes o poderosas, el poder viene al aplicarlas durante toda la vida, leal a la gente que amó, tierna con quien se acercaba a ella. Niña grande, muy grande, quedo en deuda contigo y no sé cómo voy a pagar, se me ocurre tal vez adoptando esas actitudes tuyas, pero yo debo ser fiel a las mías son las que me dan sentido... algo se me ocurrirá, tal vez actuar, más que hablar. Muerte de bromas pesadas, detente por un momento o por dos o por muchos más, solo te pido tiempo para apreciar la vida mía y de los demás ¿quiénes son los demás? para descubrir y disfrutar eso pido el tiempo. Se fue un amigo que vivió el amor, la curiosidad y el humor. Se fue mi madre con todo el universo dentro de ella. Se fue una pareja que vivió muchos encuentros consigo misma. Se fue un maestro que vivió la pasión y la generosidad. Se fue un compadre valiente y decidido. Se fue una cuñada que vivió la vida todo el tiempo sin parar y ahora que quiero hacer un repaso resulta que se han ido muchos seres queridos de los que puedo contar.
- II -
Para cuando me
vaya, porque un día la muerte me va a gastar su misma broma y tampoco me va a
dar risa, voy a imaginar que una parte de mi ser se irá a encontrar con los
míos por allá, más allá del más allá, que es una forma de decir que no sé
dónde... y entonces, ¿cómo voy a reconocer a mi gente, a quienes quiero? En esas
fotos borrosas impresas hace décadas y en los vídeos a colores con fondos
indefinidos que mi memoria reproduce siempre con algún cambio a veces dramático
y otras casi imperceptible, busco las caras de mis muertos queridos y cuando
las veo, no se parecen al último rostro que se reflejó en el espejo empañado de
mis ojos… Hay un gesto, una mueca o alguna señal permanente grabada en cada una
de las distintas caras que las personas tienen a lo largo de su vida, pero en
los saltos temporales de la edad se van dibujando arrugas, líneas, sombras, en
el lienzo de la piel se plasma una historia que se llamará futuro y se empezó a
bocetar desde que la cara estaba llena de infancia, entonces nadie sabía cómo
se escribe o se borda el futuro, pensábamos que era suficiente con los sueños y
las esperanzas, y cuando por fin lo construimos, entendimos que se forma despacito,
lentamente, con la voz y los gestos y los actos que uno porta mientras
atraviesa los días paso a pasito, dejando huellas grabadas en el rostro y en el
cuerpo, incluso los intentos que hacen algunas gentes por parar el tiempo
quedan grabados en algún momento de la historia personal, el futuro se esconde
en cada arruga y línea de expresión a lo largo de un instante, un presente
constante. Por eso tenemos muchas caras, muchos gestos, muchos tús y me imagino
que muchos yos. Cada rostro es una época, un paso hacia la muerte que espera
paciente, un capítulo de una temporada cualquiera en la serie de la vida, esta serie
que parecía interminable hasta que vimos que mi gente que quiero y ya no está
aquí sino no sé dónde dejó de transmitir y nos dejó a los demás imaginando muchos
finales distintos y soñando esperanzados que tal vez habrá una nueva temporada,
pero ya no y solo nos queda repasar y volver a repasar esos viejos capítulos
que se nos quedaron grabados y asombrarnos al ver al protagonista más joven,
más alegre, más cerca, más todo, nos quedamos bajo el sol y la luna que siguen
saliendo sin falta cada día cuando termina la noche y cada noche cuando se
aburre el día. Y mientras, la muerte bromista se lleva a quien quiero y
extraño, hay quien dice que ahora cada ido querido es su propia luz y sigue su
ruta en esa dimensión desconocida para los vivos… Y si una misma persona tuvo
tantas caras en vida mientras caminaba bordeando la frontera del más allá,
¿podré reconocerla cuando sea una luz? Cuando la muerte bromista apague su cuerpo
y encienda su alma, ¿podré distinguirla en el jardín de estrellas luminosas
dónde florece el brillo auténtico de cada quién? y cuando yo llegue, ¿sabrán
que soy yo? ¿Cómo nos vamos a encontrar, si nos acostumbramos a pensar que nos
conocíamos mirando solo nuestro exterior? ¿si nunca vimos nuestro yo ni
nuestros tú más profundos? Debes saber, muerte risueña, que esta duda es uno de
mis mayores miedos y así se lo he dicho a cada uno de mis idos queridos: te
quiero encontrar porque te quiero y te extraño y por eso me da miedo perder tu memoria,
no olvidarte sino algo peor: no reconocerte. Muerte de bromas pesadas, espero
encontrar el camino hacia el palpitar del tiempo cuando me toque conocer el
otro mundo asomándome al reloj eterno por la mirada hueca de tus ojos ausentes para
distinguir del otro lado la luz y entre toda la luminosidad, el brillo de mis
idos queridos, entonces me acercaré a cada uno de ellos, a cada una de ellas para
que también me reconozcan y me acepten y los seguiré confiado, ya no importará
a dónde.
- III -
¿Y a dónde van? Todos los días desde temprano y sin falta volvemos a construir el rompecabezas de la vida pieza por pieza: levantarse, quitar pijama, asearse, vestirse, buscar en el espejo esa cara conocida, salir a hacer o deshacer lo que nos toque, encontrar gente, lugares sol, colores, sabores, olores y mil regalos para los sentidos, acomodar los recuerdos y cargar los planes de aquí para allá, hacer un inventario de lo bueno y lo malo, apagar las luces y dejar que se oscurezca el mundo... Y de pronto falta una pieza importante, ya no encuentro a un "tú" que estaba acostumbrado a saber que era parte de mi mundo... Mi hermana, mi mamá, mis amigos, mi ex y toda esa gente que quiero y se ha ido antes que yo, antes que nosotros, ¿dónde está? Desde chico me han dicho que la gente que fue buena se va al cielo, y la gente que he querido ha sido toda buena, en general, con sus salpicaduras de una que otra mentirilla, una maldad ocasional o alguna travesura, pero nada que no haya hecho cualquiera de nosotros que aún estamos vivos, quiero pensar que están allá en el cielo pero no puedo ver hasta allá. También me cuentan de un infierno y yo creo que la gente que quiero ya enfrentó a los demonios que les tocaban en su paso por esta vida, pero hay un purgatorio, el lugar a donde van los indecisos que no sabían si hacer el bien o el mal, los miedosos que querían hacer maldades pero solamente las pensaban mientras sonreían con bondad o aquellos que repitieron muchas veces un mismo error porque no aprendían la lección que la vida les quiso enseñar, el purgatorio sí me preocupa, tal vez ahí esté durante algunos tiempos alguno de mis conocidos y también yo. Y si me voy a otras religiones y creencias hay muchísimos lugares donde podrían estar y además, hay uno donde podría no estar nadie, cuando pienso en la nada siento un frío intenso que recorre todo el hueco que ha dejado en mi vida la gente que quiero y una fuerte sensación de pequeñez ante lo corta que es la existencia, Carl Sagan dice que esta idea no debería entristecernos sino, al contrario, motivarnos a aprovechar mejor el tiempo porque todo lo que podamos hacer será en esta vida y nada más, ¡pero es que ni sé donde está Carl Sagan! También se fue con la muerte y no sé si quedó en la nada o en otro lugar. Tal vez la muerte ni se imagina hasta donde llega su broma. La última vez se llevó a mi hermana y la escondió de todos, solo la vemos en los recuerdos, en las pláticas y en los sueños, a veces en los remordimientos y a veces en la satisfacción de lo que vivimos. Cuando se fue no alcancé a verla en el hospital, me dijeron que ahí se quedó mientras yo viajaba de noche para despedirme y cuando escuché eso me cegué y después la vi en la carretera, en el volante de mi auto, en mi hija que me acompañaba, en las luces que viajaban por la carretera, en mi celular que de vez en cuando me hablaba para actualizarme de lo que estaba pasando y así supe que allá en Guadalajara también estaba mi hermana en la boca y la memoria de toda mi familia, en todo el hospital, en su casa y en las casas de mis hermanos y cuando al fin llegué mi hermana estaba en todas las luces y sonidos de la ciudad y también estaba en las sombras, en los árboles y plantas y al entrar a la casa de mi papá también estaba ahí con ellos en sus miradas, en los olores de la cocina y la sala y hasta la fecha, cada vez que me levanto para empezar a armar el rompecabezas de mi día hay unas piezas que ya no necesitan acomodo porque están en todas partes, dentro y fuera de mí y ya sé a dónde van: están ausentes y también se quedan. Muerte bromista, la mejor forma de ocultar a una persona es dejarla a la vista. Y al oído, porque también encuentro a mi hermana y a todos mis seres queridos e idos en distintas canciones y frases.
- IV -
Somos vampiros chupándole el
tiempo a nuestra sangre, día tras día. Pensamos que siempre va a haber y
chupamos con desesperación todo lo que podemos, hay temporadas en que lo
desperdiciamos dejando que se pierda en los rincones del aburrimiento o de la
indiferencia y la flojera, en la ilusión de tener planes, en los miedos e
indecisiones, en fin, en cualquier pretexto que sirva para engañarnos y
hacernos creer que estamos haciendo algo mientras desaprovechamos ese sagrado
alimento convencidos de que siempre va a haber más. Tiempo. Hay una muerte
chiquita que va creciendo en nuestro interior y si la dejamos puede esconder de
a poquito nuestra vida sin que lo notemos, por eso a veces no encontramos
nuestras ganas y nos detenemos a buscar motivación o explicaciones o tantas
otras cosas, perdemos tiempo y eso va contra nuestra naturaleza vampírica:
debemos absorberlo, chuparlo todo y no dejar que se nos pase ni un segundo.
Todo el tiempo de vida que perdemos es alimento que esconde nuestra muerte
chiquita que juega y se entretiene mientras sorbemos más tiempo, un día
terminará de crecer, estará lista para hacer su broma pesada y no llegaremos
vivos a nuestro último día. Menos mal que escribo esto antes de…