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Noticias lejanas
La nueva Tierra, parte 3
Desde
que me acuerdo, la gente que huye de la pobreza trata de emigrar hacia el
norte, no importa si es en América, en Europa, en África o en Asia, la gente de abajo trata de ir hacia arriba; sin embargo, esta es la primera vez hay fenómenos migratorios cruzados: unos migrantes van hacia el norte mientras
otros recorren el camino a la inversa, desplazándose hacia el sur como aves
escapando del invierno. ¿Qué está pasando?
Todos venimos de otro lugar. Los
noticieros reportan situaciones absurdas en las fronteras de algunos países,
entre ellos México y Estados Unidos, donde se observan campamentos y refugios
de migrantes detenidos a ambos lados de la frontera porque todos quieren cruzar
al otro lado en busca de la tierra prometida, y a todos les niegan el paso
porque en ambos países somos muchos, hay demasiados enfermos y no hay trabajo suficiente.
Esas
notas me preocupan, pero también tengo buenas noticias: hoy me llegó carta de
Lily, mi migrante querida. Cuando volví de la universidad mis tíos me la dieron
y me fui rápido a mi cuarto para leerla (ya no duermo en el sofá). Me emociono
bastante porque hace más de un año que no recibía carta suya y leerla es casi
como hablar con ella:
“…Estoy con mis dos hijos y estoy muy
contenta viéndolos crecer, Tomás salió enfermizo, pero es muy acomedido y de
carácter alegre, y Liz es igual de creativa y ocurrente que mi mamá, cuando conozcas a mis cuatitos te van a caer muy bien. Te cuento que ya tengo un trabajo ayudando a vender comida en una fonda, es algo sencillo y no gano mucho pero ya puedo ayudar con
algo a doña Chayo, la mamá de Toño, ya ves que siempre se ha portado muy bien
conmigo y cuando no trabajaba me sentía inútil y me daba vergüenza con ella,
además ahí en la fonda como y le traigo su itacate a los niños, así que estoy a
gusto. Toño le está echando muchas ganas para poder poner un negocio propio,
todavía no sabe si va a ser un taller, porque le sabe a la mecánica, o si se va
a dedicar también a vender comida, ya veremos. Dos hermanos de Toño pudieron
pasar al otro lado hace como medio año y están trabajando a escondidas en un
rancho cerca de San Antonio, les está yendo bien y cuando pueden envían dinero
para su familia ¡pobres! Dicen que casi no descansan, todo el día trabajan,
comen bien poquito y ni modo que vayan a quejarse a algún lado, porque los
deportan. Pero están ganando bien, eso sí, y no se les olvida su gente, porque
además de enviarles dinerito están hablando con los capataces del rancho para
que le den trabajo a todos sus hermanos y parece que sí se va a poder. Si lo consiguen, se van a ir yendo de
a poquito.
Toño se quiere ir
también, no es nada de atenido y ya no quiere que ellos le estén mandando
dinero, dice que mejor lo pongan donde hay, pero yo ya le dije que si él se va
yo lo acompaño, me da miedo quedarme aquí sola sin él, nada más pidiéndole a
Dios que lo cuide y preocupándome por saber si le estará yendo bien. Prefiero
estar con él, si podemos pasarnos al norte y empezamos a trabajar los dos, en
pocos años juntaremos suficiente dinero y nos podremos regresar para que ponga
su negocio, no importa que nos llevemos buenas friegas trabajando todo ese
tiempo. Tendría que dejar a mis niños encargados con doña Chayo, pero bueno, ya
veremos qué pasa, ahorita ni me preocupo de eso porque ni siquiera sé si se va
a hacer o no.
Bueno, hay muchas otras
cosas que quisiera platicarte, pero ahorita esto es lo que se me hizo más
importante que supieras. Diario les enseño a mis niños unas fotos que me traje
donde te ves tú y les platico de ti para que te conozcan, pero ya ni te has de
parecer al de esos retratos, son de cuando estabas chico y ya pasó el tiempo,
si puedes me mandas unas fotos más recientes, sirve que yo también me entero de
qué tan feo o guapo te pusiste. Mis hijos sí están bien bonitos, ¿a poco no?
Salúdame a mis tíos,
diles que estoy muy agradecida con ellos por lo bien que te han cuidado, no
como yo, que nunca pude traerte conmigo como te dije que lo haría. También
salúdame a mi papá, le he mandado muchas cartas pero no me contesta, me imagino
que sigue tomando mucho, ¿verdad? No importa, si un día está bien va a poder
leer todo lo que le he dicho en mis hojitas que le mando de vez en cuando.
Cuídate mucho, escríbeme. Te quiere tu hermana Lily.”
Leo
y releo la carta completa como 4 o 5 veces, después me entretengo mirando unas
fotografías que venían en el mismo sobre. Ahí están ella, sus hijos ¡mis
sobrinos!, Toño que ahora parece un señor y se dejó crecer unos bigotes que en
vez de hacerlo lucir mayor lo hacen verse chistoso, y por ahí se ven más
personas de su familia y amigos, todos humildes pero contentos… yo estoy
sonriendo desde que vi la primera imagen. Guardo en mi colección de momentos,
con todo cuidado, las sensaciones que me producen la carta y las fotos y poco a
poco me duermo, pensando en lo que le escribiré para responderle.
Definitivamente no le voy a platicar que mi papá está desaparecido… o muerto.
No quiero mandarle una preocupación más.
Lily
está bien, eso me da una tranquilidad indescriptible, pero no he sabido nada de
mis otros hermanos. ¿Estarán bien? ¿Seguirán vivos? ¿Y si han enviado cartas a
la casa de mi papá, igual que Lily? Si es así, nunca les van a contestar, pero
sería una buena señal de que siguen en este mundo. A veces me dan ganas de
darme una vuelta por el pueblo, a ver si me entero de algo o si puedo recuperar
las cartas de Lily por lo menos, pero no puedo engañarme, ya casi no hay conocidos
ahí, todos se fueron a distintos lugares, aquí cerca viven los hijos de don
Jacinto y nos saludamos bien, sobre todo me llevo bien con Zac, es de esos
amigos que me levantan la moral cuando me lo encuentro y sabe mucho de
informática, o al menos sabe más que yo, él platica siempre cosas como esta:
- ¡Hola
Jacobo! ¿Ya tienes tu cuenta de correo electrónico?
- ¿Qué
onda, Zac? Sí, te la paso, tú también pásame la tuya, ¿va?
- Órale,
ahí te va… ¡No es cierto! Ya me acordé que ya tengo tu cuenta y que a cada rato
mandas presentaciones, textos, dibujos y hasta canciones. Nada más que me da
flojera contestarte, pero sí he visto tus correos. ¿Sabes qué? cuando puedas
métete a hacer un blog, eso es lo más chido ahorita, puedes dejar tus mensajes
en la red y los ve mucha más gente… Ahí puedes recibir comentarios de todos los
que te lean, eso hace más interesante intercambiar ideas y cosas en la red
mundial. Vas a ver que con el tiempo los blogs van a reemplazar a las revistas,
podrás poner fotos, dibujos y enlaces a otras páginas…
- Eso
se oye bien, después te busco para que me digas cómo se hace, ¿va? Porque tú le
hallas muy bien a todo eso de las computadoras, pero yo soy un simple mortal.
- No
te subestimes, mi buen, la neta eres un mortal muy complicado.
Ése
es Zac, y siempre está dispuesto escuchar y darle un buen consejo a cualquiera
que se le acerca. De hecho, a mí siempre me aconseja lo mismo:
- Jacobo,
no vayas a regresar a tu pueblo, yo también extraño mucho mi lugar, pero la
última vez que fui me puse muy mal, yo creo que si vas, por lo menos te va a
dar mucha tristeza cuando lo veas… y tu casa. Nada más me lo imagino y me da
mucho coraje.
No
tengo palabras para responderle, a veces le agradezco la advertencia y otras
veces me enojo y por el mismo coraje no puedo hablar. El destierro duele,
aunque la tierra que me adoptó me trata tan bien, no sustituye a la familia que
tenía.
Los
noticieros traen de aquí para allá imágenes y relatos impactantes, tantos y tan
terroríficos que al final nos estamos acostumbrando a vivir entre historias de
miedo, todavía hay gente que piensa que todo eso ocurre muy lejos, y si no pasa
aquí, pues no hay problema. Pero yo sí me preocupo, antes pensaba así y fue muy
duro darme cuenta de la realidad y peor aún enfrentarla, cada noticia que me
llega, cada video o testimonio me recuerda a mi gente, al pueblo que se está
escondiendo en mis memorias. Las noticias vienen de todas partes, como si en
todos los países faltara trabajo y comida:
Caravanas
de gentes desesperadas abandonan su hogar y todo lo que tienen, se desplazan de
un lugar a otro pidiendo ayuda, por el camino algunos se quedan en las ciudades
por donde van pasando pero no todos consiguen trabajo, a los que no tienen
suerte se les puede ver mendigando una moneda o cualquier ayuda en las
esquinas más transitadas, y poco a poco se van convirtiendo en parte del
paisaje urbano, porque cualquier lugar es bueno para vivir cuando el hogar está afuera,
debajo de los puentes, en los parques públicos, en terrenos baldíos, en autos
abandonados, cualquier lugar es bueno para dormir y descansar, aunque ellos no
descansan porque siempre se preguntan si toda su historia habrá sido un sueño y
nada más. Los que han conseguido trabajo se esfuerzan por establecerse, los
residentes también se han acostumbrado a convivir en el trabajo y en la escuela
con personas que llegaron de los lugares menos imaginados, pero hay gente que
no los quiere.
Los
que ya vivían en las ciudades y tienen ahí su empleo, ven con malos ojos que
vengan personas de otras partes a buscar trabajo con tanta desesperación,
tienen miedo de que se vayan a quedar con los puestos que, según ellos,
únicamente deberían ocupar las personas que nacieron aquí y los hijos de los
que nacieron aquí. Con este razonamiento y además con el pretexto de que los
que vienen de fuera son “gente mala y sucia”, la mayoría de los habitantes de
cada ciudad se unen en una grotesca campaña de rechazo sin necesidad de decirse
nada ni ponerse de acuerdo. La discriminación se muestra en su fobia más cruel
y despiadada entre la gente de estos pueblos que todavía se dicen hermanos. Se
llama xenofobia.
En el fondo todos piensan igual que yo: todo está cambiando
muy rápido, tan rápido que no alcanzamos a entender lo que pasa, y atrás de
todo el odio de los residentes hay mucho miedo a lo desconocido y un gran deseo
de que nada cambie, que las cosas sigan como eran antes. Si nos asusta lo nuevo
nos refugiamos en el pasado, porque es el lugar más conocido y familiar… el
único inconveniente es que ese lugar ya no existe.
- - - - - -
Sigo
investigando todo lo que puedo para encontrar a mi papá y ahora es más difícil
porque el pueblo ya es un lugar extraño y el tiempo sigue adelante, incansable.
Yo sí me canso, pero no me atrevo a detenerme, me siento culpable si descanso,
aunque sé que no puedo hacer nada más. Es por eso que los fines de semana
cuando regreso de mis búsquedas me entretengo lavando ropa, barriendo, haciendo
quehaceres para ocuparme y sentir que hago algo útil, hasta que dan las 12:00
de la noche. Todos los sábados a las 12:00 me pego al teléfono y Pepe me da su
informe semanal, que siempre termina más o menos así:
- …
y nadie sabe nada de tu papá, pero voy a seguir indagando. No vengas, ya casi
no hay nadie conocido por acá.
- Gracias
Pepe. Entre semana fui a la Procuraduría para seguir insistiendo con la
investigación, pero no noto avance, se me hace que ni me hacen caso.
- Tú
sigue insistiendo, y ve a otras procuradurías, junta algo de dinero y ve a
México, allá está todo, te van a poder ayudar.
Más o
menos sobre esas ideas se va la mitad de nuestra plática, después hablamos de
nosotros, Pepe me regaña por pasarme el sábado y el domingo como amo de casa, enfocado en estar ocupado en lugar de hacer algo productivo y
terminamos hablando del tema inagotable entre dos amigos: las chicas, aunque
debo reconocer que ni Pepe ni yo somos lo que se dice unos galanes con las
mujeres, generalmente nos gana la timidez, pero ambos tenemos mucha imaginación.
Tristemente, la incipiente tradición de nuestras charlas telefónicas termina de
manera prematura, un sábado a las 12:00 suena el teléfono como siempre, pero
Pepe no llama desde su casa, está en Hermosillo y me platica que al amanecer se
irá a la frontera, a Tijuana, y que después me vuelve a llamar cuando ya esté
del otro lado.
- Cuídate,
Pepe. Hay muchas chicas esperando conocerte, no las vayas a dejar plantadas.
- ¡Claro
que no! Por eso voy al otro lado, esas chicas son gringas y hay que ir a
buscarlas… Te voy a llamar o a escribir en cuanto me instale allá. No te
preocupes, dice mi papá que un compadre suyo le va a ayudar a pasar y a
encontrar trabajo, ¡hasta nos va a dejar quedarnos en su casa!
- Te
va a ir bien. Ponte bien listo.
- Ya
estás.
Se
va mi amigo y su partida me duele, pero ya no tanto. Me he hecho a la idea de
que no debo apegarme mucho a la gente que quiero y además me da gusto saber que
se va por su voluntad y hacia un destino más o menos planeado. El tiempo sigue
fiel a su hábito y no descansa jamás, es un vehículo que nunca se detiene, en
él viajan las transformaciones de todo tipo.
Hoy es
sábado y ya dejé de salir a buscar a mi papá. Es difícil, pasé varios meses
visitando los pueblos vecinos, las comisarías, los refugios para indigentes y
nada, de repente nada más algunas risotadas y burlas de los narcos que están en
mi casa y que a veces se me emparejaban en la calle, arriba de su camioneta.
- ¿Qué,
morro?, ¿no has visto a tu jefe?
- Ve
a la policía, carnal, ponlos a trabajar, ¡que te ayuden a buscarlo!- y se
alejan por las calles del pueblo riéndose ruidosamente.
Dejé
de ir, ahora todo es por teléfono, llegaron fines de semana de puro sufrimiento
y no quiero ni salir de la casa. Solamente salgo cuando alguien me hace llegar
alguna noticia que de verdad me dé esperanzas, pero cada vez son más escasas, o
yo más escéptico. O más cruel conmigo.
Aún
no puedo perdonarme por no haberlo cuidado, por estar vivo y sano mientras él…
No sé cómo está él, pero aun sin perdonarme ya quiero vivir. No sé si lo
merezco, pero estoy vivo. Hoy, después de muchos meses de aislarme, me decido a pasar
un rato en la noche fuera de casa, empecé a salir con 2 amigos que conocí en el
trabajo y hasta mis tíos pusieron cara alegre cuando les dije que iba a darme
la oportunidad de conocer gente y lugares fuera del trabajo.
La
vista del atardecer sobre la ciudad desde el Cerro de la Reina, allá por donde
nacen los días, es impresionante, el sol cae en cámara lenta mientras se va
envolviendo en nubes de fuego color naranja, rosa, violeta, amarillo y rojo,
todo enmarcado en un blanco brillante que se vuelve dorado lentamente, opacando
al azul natural del día y cuando nuestra estrella está a punto de hundirse, los
colores de las nubes se apagan y se convierten en morados y rojos oscuros, casi
negros, con sus filos contrastando en un delgadísimo brillo blanco aún más
claro, hasta que todo queda en tinieblas, entonces las estrellas se atreven a
asomarse tímidamente allá muy arriba, donde no alcanza a cegarlas el reflejo de
las luces citadinas. Yo miro absorto el espectáculo, como si estuviera viendo
una buena película, a mi lado están recargadas unas cervezas y una pequeña
bocina bluetooth me canta con fuerza… ¡Cómo quisiera tener a alguien con quien
compartir este momento! Se supone que estoy acompañado, pero mis amigos vienen
con sus novias y están ocupados en cosas más interesantes que ver la puesta del
sol. En fin, por el momento prefiero estar aquí junto a estas parejas que
quedarme solo, la soledad nada más me ha servido para darle vueltas a los mismos pensamientos…
¿A quién se le ocurre salir con dos parejas de enamorados y pensar que le van a
hacer caso? Pero bueno, disfruto estar aquí, salir los sábados, aprender a vivir
sin culpa por vivir. Eso es lo más importante hoy y siempre.
Hasta luego.
Ver
parte 4