"Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era entre dos lobos...
"Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.
El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto".
El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo:
"¿Y qué lobo ganará?"
El anciano Cherokee simplemente respondió:
"El que yo alimente"."
Anónimo.
Hace unos días nació esta historia:
Cualquier día puedes despertar y encontrarte frente a un gran mostrador, largo y llamativo. Te acercas a él y comienzas a observar su contenido: Tiene toda clase de adornos, para hombre y para mujer, para chicos y grandes... Hay collares, anillos, aretes, pulseras, mascadas, plumas, relojes y toda clase de accesorios.... Como el mostrador es demasiado grande, caminas para poder admirar esa inmensa variedad de adornos, de estilos, de materiales... unos brillantes, unos opacos, hay de pedrería, de madera, de metal, de cristal y de todos los materiales, colores y texturas imaginables....
Una voz te dice al oído: "Busca el mejor adorno de todos" y comienzas a hacerlo. La búsqueda puede llevarse mucho tiempo porque todos los adornos son bellos y espectaculares, precisamente por eso te tomas todo el tiempo que quieras, finalmente encontrarás un adorno único entre todos los demás, un adorno que resalta entre tanta belleza de manera extraordinaria. Lo tomas entre tus manos y comienzas a sentirlo y a darte cuenta de cómo es. La voz te dice "Pruébatelo".
Te colocas tu adorno y volteas hacia el frente, justo entonces te das cuenta que ahí está un espejo gigantesco, tiene un marco tallado con impecable arte y dentro estás tú, mirándote fijamente y luciendo ese adorno que tanto te gustó. Te sienta bien. Después de un rato quieres regresarlo al mostrador y la voz te dice: "Este adorno debe ir en tu interior. Si sabes cuál es su nombre, será tuyo". Al principio eso de que debe ir en tu interior se escucha muy raro y piensas que escuchaste mal o que te están bromeando, pero la voz insiste. Después de probar con varios nombres sin que pase nada, decides llamar a tu adorno "Autoestima", y justo entonces tu adorno comienza a vibrar sobre tu cuerpo, en el espejo puedes ver cómo va formando parte de ti, hasta que sientes que tu adorno, tu propio amor, forma parte de tu corazón, de tu piel, de tu cerebro y de cada célula de tu ser.
La voz te pregunta "¿Quieres otro adorno?" y así comienzas a escoger un adorno más, siempre el más bello para ti, y después otro y otro y otros más. Todos los adornos pueden ser tuyos, solamente necesitas descubrir su nombre para ponértelos.
Después de un buen rato te has adornado con confianza, seguridad, respeto, cariño, fe, sinceridad, valor y algunos otros adornos. Cada vez que te probabas uno, descubrías en el espejo que te quedaba muy bien, lo hacías lucir y el adorno te hacía lucir a ti. Ahora que te has puesto todos luces muy bien aunque no se ven, están dentro de ti.
"Nadie va a ver tus adornos, pero todos van a notar cuando los traigas puestos", te dice la voz. Eso te gusta. Te observas en el espejo y de verdad se notan tus adornos. Claro que también se notará cuando te los quites, pero esa será una decisión tuya.
Aún cuando quedan muchísimos adornos en el mostrador, por el momento te sientes bien con los que has seleccionado, creo que esos son precisamente los que necesitas ahora. Con un poco de temor le preguntas a la voz si te los puedes quedar, y te responde "Todos los adornos son tuyos, la única condición es que no olvides cómo se llaman, pues al perder su nombre los alejas de ti". Después agregó: "Si te los llevas, úsalos y lúcelos, para eso son aunque haya gentes que no les gusten: son tuyos, los demás tendrán sus propios adornos y sabrán qué hacer con ellos".
Piensas un poco en lo que te acaba de decir la voz y decides tomar un último adorno, lo nombras "Voluntad" y sales con todos tus adornos interiores. Si un día necesitas más, ya sabes dónde encontrarlos; este día ya elegiste cómo lucir desde tu interior, si quieres también elegirás con quién y cuándo compartir tus adornos.
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A manera de epílogo:
Cada uno de nosotros tiene en su interior su propio demonio a vencer, cada quien sabe cuál es ese demonio. Siempre que terminamos el día avergonzados por haber cometido otra vez esas acciones que nos quitan vida a cambio de una breve satisfacción, hemos sido derrotados por nuestro demonio interior. Y también cada uno de nosotros tiene la opción de decidir quererse y valorarse para actuar de una manera que no le haga arrepentirse sino terminar el día satisfecho y con ganas de volver a empezar cuando el sol renazca.
Casi todos los que hacen caso a sus demonios se rodean de miedos y rencores, pero pueden confundirse y pensar que eso es respeto. Al final terminan aislados, más no solos, porque nadie puede quedarse solo si toma la valiente decisión de asomarse a la vida para compartirse con los demás... Esa decisión se toma cuando nos valoramos y nos queremos.
Hasta luego.
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