jueves, 15 de noviembre de 2012

Sexualidad y género

Tal vez la diferencia que hay entre la sexualidad y el género es muy obvia, pero estaba repasando algunos materiales sobre sexualidad humana y me gustó la idea de compartir aquí la base de esta diferencia: 

El género se refiere exclusivamente a aspectos físicos que permiten asignar a un objeto el artículo "el" o "la", en el caso de los seres vivos, se trata de las características biológicas que determinan los rasgos genitales masculinos y femeninos, los que permiten distinguir a un macho de una hembra y, en términos más humanos, a un hombre de una mujer, con todos los estereotipos que se puedan derivar.


La sexualidad no se reduce a los genitales (aunque mucha gente piensa que sí), como ya se ha dicho en otras ocasiones dentro de este blog, forma parte de la personalidad total de cada individuo y se manifiesta en cada una de nuestras expresiones, desde la comunicación verbal y corporal, hasta nuestros gustos y preferencias personales. En consecuencia, expresar la sexualidad permite utilizar una gama más amplia de recursos corporales, emocionales, verbales o de los que se le ocurran a cada quien.


Es por ello que cuando hablamos de una relación sexual, no hablamos solamente del momento del coito o del contacto genital, sino de formas más completas y complejas de contacto, ya sea con uno mismo o con más gente. Y es por ello también que una vida sexual satisfactoria hace que las parejas se sientan más plenas en su relación

Hasta luego.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El "síndrome" de Candy Candy

"No lloraré... no lloraré... ¡lo he prometido!"
Candy

Candy es algo así como una fábula sin moraleja. Como una historia sin final. Aunque no vi la serie en la tele, alcancé a ver los efectos de su influencia en algunas chicas de mi generación, y los he vuelto a encontrar casi con el mismo sabor en algunas personas, la mayoría mujeres, que acuden a mi consultorio y que me platican (respondiendo a mi pregunta) que llegaron a sentir admiración y ternura por esa niña rubia.


A mi modo de ver, Candy fue en muchos aspectos un mal modelo a seguir para muchas mujeres (tal vez también para varios hombres): Durante el desarrollo de la historia, el público se encariña de esa niña que sufre mucho y sin embargo no deja de esforzarse y de dar lo mejor de sí, pase lo que pase... Y de verdad le pasan muchas cosas desastrosas. Acostumbrados a los finales felices, los ojitos de los telespectadores siguen con ansiedad las peripecias de la niña esperando que la historia concluya con un golpe de suerte a su favor, pero esto nunca ocurre, la historia termina y Candy nunca ve llegar la suya, ni siquiera consigue casarse con el chico que parece ser su pareja ideal.

¿Qué clase de broma cruel le gastan los escritores maníacos de esta serie a Candy y a su público?

En lugar de crear una heroína con autoestima alta y capacidad para resolver sus propios problemas, terminan ofreciendo una chica sumisa y abnegada, dispuesta a sacrificarse para que los demás "sean felices" aunque a ella le vaya mal. 


Debo aclarar que Candy no es un mal modelo, de hecho tiene bastantes aspectos valiosos que vale la pena rescatar y que le sirven de mucho a cualquier chica que esté en busca de su propia valía: La parte propositiva de Candy se refleja en su tenacidad, su valor, su nobleza, su creatividad y su amistad sincera y leal. Con estas cualidades, cualquier chica podría alcanzar muchas metas si se lo propone.

El problema es que Candy se boicotea constantemente, desconozco si fue intencional o no, pero se convierte en una excelente muestra de lo que es una mujer con baja autoestima: 

Renuncia a sus metas más deseadas; se convence de merecer menos que las demás y lo demuestra con sus sacrificios constantes para ganar el afecto de la gente que quiere o admira; enseña con su ejemplo que esta vida es de sufrimiento y debemos resignarnos y aceptarla sin más; reprime sus sentimientos en lugar de reconocerlos y luchar por ellos, con estas actitudes de "mujer aguantadora" justifica la discriminación y fomenta el machismo, dejando un mensaje confuso en las mentes infantiles y curiosas de sus seguidoras, que enternecidas por el personaje toman como correcta su manera de reaccionar a los problemas que le va presentando este mundo.

En fin, este "síndrome" (nótese que uso el término con sarcasmo, no como definición académica) es el efecto que he encontrado en muchas personas resignadas a vivir "lo que les toca", que justifican sus propios sacrificios personales para que otra persona esté bien, sin darse cuenta de que están posponiendo su vida de manera indefinida. Y no solamente mujeres... Tomé como ejemplo a Candy por la fuerte aceptación que tuvo en su época, y a mayor aceptación, obviamente, también mayor influencia y creación de estereotipos.


Podríamos hacer un ejercicio parecido con muchos otros programas de televisión o películas del cine, de esas que se han vuelto "clásicas", y me parece que encontraríamos muchas características en común: ¿Acaso "Barbie" no ofrece el doble mensaje de que la mujer debe ser independiente y al mismo tiempo, de manera contradictoria, también debe agradar a los hombres? Y en el caso de los niños también abundan los dobles mensajes de este tipo, pues la mayoría de los superhéroes que supuestamente defienden la paz son al mismo tiempo los tipos más destructivos y violentos que hay, ¿cuál sería el mensaje? ¿Si tu intención es buena tienes derecho a matar y destruir a los que no piensen como tú? ¿La paz se consigue destruyendo en vez de creando?

Bueno, hasta aquí estas reflexiones, nada más dejo dos sugerencias para quien tenga el tiempo y las ganas de llevarlas a cabo:

Revisar las virtudes y los defectos de nuestros personajes favoritos, porque sin duda nos han influenciado más de lo que creemos a lo largo de nuestra vida, y también:

Poner atención a los patrones de conducta que tienen nuestros hijos, sobrinos o amiguitos, ¿y qué hacer si vemos que están adoptando como valores propios los de algún estereotipo insano

Si se da este caso, habrá que armarse de paciencia y platicar bastante con el niño o la niña, de manera que aún sin prohibirle ver determinado programa, pueda reconocer otras opciones de respuesta ante un problema: Hulk puede ponerse verde y destruir un edificio, Barbie puede coquetear y convencer con su belleza, pero en la vida real la violencia y la seducción son solamente dos respuestas entre toda una gama de actitudes. 

Es importante brindar otros modelos a los niños sin quitarles el que ya tienen, y tratar de que no se enfoquen en un solo tipo de "héroe" o "heroína", esto ayuda a tener una visión más amplia del mundo y de las formas de actuar en él. Cualquier persona en la que se pueda reconocer una habilidad o cualidad, es útil para este propósito: Deportistas, personajes de la historia, personajes de caricaturas y películas, familiares, maestros. A fin de cuentas, todos necesitamos modelos a seguir.

Los personajes ficticios que vemos en la tele llegan a formar una parte muy importante de nuestro sistema de creencias, y con el paso del tiempo influyen en nuestra toma de decisiones de una manera sutil, pero permanente. Es lo que yo llamo, en el caso que motivó este escrito, el "síndrome" de Candy Candy, y por suerte tiene solución, pues es posible actualizar nuestros modelos a seguir en cualquier momento de la vida. Y en el caso de Candy, es posible adoptar todos sus valores y actitudes que la hacen tan querible y valiosa, sin quedarse con la parte de sumisión y resignación que le impidieron crecer: ser una buena persona no implica tener que sacrificar las oportunidades que te permiten crecer como persona y mejorar.

Hasta luego.

martes, 13 de noviembre de 2012

Desde la intimidad

"Hay una soledad que no se quita ni contigo"
Roberto González

La intimidad es ese espacio propio al que tiene derecho cada persona para refugiarse y sentirse cómodo con uno mismo; también es el espacio reservado para poder mostrarse tal como uno es con las personas de mayor confianza, ahí donde hay más afecto; es un derecho que todos debemos aplicar para vivir y compartir nuestras vivencias personales (en lo individual o entre dos o más personas) sabiendo que no hay ningún riesgo por hacerlo. En la intimidad, "atrás de la puerta", cada quien escoge con quien y cómo convive.

La intimidad no es un sinónimo de soledad. Uno no busca el espacio íntimo únicamente para estar solo, también es útil para reencontrarse, redescubrirse, entenderse y salirse de los roles sociales que desempeñamos forzosamente en los distintos hábitats donde nos relacionamos con los demás.

Estrechamente ligado con la privacidad, el derecho a la intimidad personal implica reconocer que todos los demás también deben gozar de ese mismo derecho, de esa manera nos regulamos para no invadir los espacios íntimos de los demás. Actuar como si no hubiera nadie más alrededor no es intimidad ni es símbolo de confianza, solamente es cinismo.



En la intimidad es posible sentirse dueño de la propia personalidad, ya sea a solas o en compañía de aquellas gentes con las que disfrutamos el contacto íntimo, podemos responder a preguntas como:

¿De quién son los pensamientos que hay en tu cerebro?
¿Quién es el dueño de tus emociones?
¿Quién decide lo que debes de sentir y lo que no?
¿Quién te puede ordenar aceptar unas ideas y rechazar otras?


Evidentemente, cada uno es dueño de sus pensamientos y emociones, y es libre de decidir lo que hará con ellos. Si en la esfera de la privacidad somos capaces de manifestar o simplemente saber que vivimos de manera coherente lo que pensamos y decimos, las experiencias íntimas enriquecerán las demás áreas de nuestra vida; pero si en la esfera de la intimidad sentimos que nuestros pensamientos, sentimientos y emociones son invadidos por alguien que se siente con una autoridad mayor a la nuestra, estaremos enfrentando un problema de límites en la relación: Quien es invadido en su intimidad no ha sabido detener el avance intrusivo de otra persona que, por la razón que sea, sale de su propia intimidad para quererse adueñar de otra. 

Generalmente esta intrusión viene envuelta con alguna "buena intención", pero en los hechos resulta perjudicial y puede llegar a lastimar seriamente la autoestima del "invadido" en su esfera íntima, que llegaría a dudar de su capacidad para dirigir su propia vida, ¡al fin de cuentas hay otra persona que conoce mejor que él mismo lo que piensa y lo que siente!



Mención aparte merecen aquellos que, arrastrados por la moda de las redes sociales y la tecnología de telecomunicaciones al alcance de todos, deciden dar a conocer su vida a detalle y sin recelos, pero éste es un tema aparte, que implica nuevas dificultades para defender el derecho a la intimidad y, sobre todo, para recordar que cada uno es dueño de sus propias decisiones, de sus ideas y de sus sentimientos, eso es lo que nos da singularidad como individuos. 

Las redes sociales no implican solamente el riesgo de reducir la esfera íntima en sus usuarios, también pueden representar riesgos serios a la integridad de una persona y a su dignidad. La comunicación virtual no puede reemplazar a la comunicación tradicional, sobre todo cuando perdemos de vista que atrás de la computadora donde escribimos mensajes y ocurrencias hay más gente de la que podemos recordar en este momento.

Tratemos pues de ejercer nuestro derecho a ser dueños de nuestra intimidad, para disfrutarla y utilizarla a nuestro favor y el de la gente con la que nos compartimos voluntariamente.

"Desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo."
Milán Kundera

lunes, 5 de noviembre de 2012

Convivencia íntima: Premios y castigos

"Cuando terminan las mariposas en el estómago,
comienzan los aleteos en el corazón"
hemebe


Hoy se transmite mi séptima intervención en el programa "Prende tu día" de Telecable Aguascalientes, el tema es "Sexo: Premio y castigo" y durante la breve charla en la que me permiten participar hablo de cómo es posible hacer este manejo del acto sexual dentro de la vida de pareja, pasando de un intercambio afectivo a algo muy parecido a un intercambio casi comercial.

En algún momento Manuel, el conductor del programa, me cuestionó acerca de los alcances que puede tener la sexualidad y aunque en el momento respondi asegurando que la vida sexual afecta a todas las demás áreas de la pareja, me quedé con esta idea dando vueltas en mi cabeza. Al pensar en escribir este texto me llegaron otras ideas que me hicieron llevar estas reflexiones más allá de la pura sexualidad (que de por sí es importante) y es por eso que ahora escribo estas líneas desde otra perspectiva:

Todo lo que digo en el programa acerca de la sexualidad, aplica perfectamente para todas las áreas de la vida en pareja, así que aquí reproduzco los puntos centrales de este tema tal como los ordené para presentarlos en la tele, pero tratando de ampliar sus alcances:

La sexualidad es la expresión natural de nuestros afectos.
Si el acto sexual es un intercambio íntimo entre 2 o más personas, y si lo mismo aplica para los actos de comunicación, de confianza, de respeto y de cualquier otra señal de convivencia al interior de la pareja, entonces lo ideal sería:

o   Que éstos sean actos voluntarios en ambas partes.
o   Que provoquen sentimientos placenteros en los dos participantes.
o   Que hagan deseable la vida íntima, es decir, la convivencia cotidiana.
o   Que generen más valía personal y seguridad en cada miembro.
o   Que se den con respeto a los tiempos y decisiones de cada participante.
o   Que si en algún momento no se dan y se deben posponer para mejor ocasión, la relación pueda seguir igual.

Claro que estos actos de convivencia también se realizan sin cumplir uno o varios de estos requisitos, pero de esta manera “saben diferente”. En el caso del sexo, sabemos que hasta puede tratarse como un servicio comercial, con costo y sin compromiso de convivencia.

En general, cuando estos actos se dan en el ámbito de la pareja sin cumplir uno o más de estos requisitos, a cada una de las señales de convivencia íntima se le va dando un valor de intercambio condicionado, es decir, se va convirtiendo ese acto que era una expresión natural en un premio o un castigo, dependiendo de qué tan bueno haya sido el resultado que se está "evaluando" (desde el más frío conductismo y/o pragmatismo vienen estas costumbres, muy en boga en nuestros días).

¿Cómo afecta esto a la vida en pareja?

o   Si en la pareja se vuelven comunes los actos condicionados, esto implica que hay una persona que domina y otra que se somete. Es decir: se acabó la ilusión de igualdad en la vida íntima, para dar paso a la manipulación y el chantaje, directo o encubierto.
o   Este tipo de relación debilita la comunicación acerca de la vida íntima (no solo de la sexualidad) y esto, naturalmente, crea una barrera entre los miembros de la pareja.
o   Aunque el acto sexual o de comunicación o el que sea, resulte placentero, se van acumulando sentimientos contrarios y muchas veces nada placenteros.
o   Con el tiempo, disminuyen los niveles de respeto y confianza en la relación. Es frecuente que las personas comiencen a jugar a las adivinanzas cuando piensan en lo que su pareja quiere o siente, y como la comunicación ya está dañada, inventan sus propias respuestas en vez de preguntar, que sería la reacción más sana y más obvia (pero recordemos que un neurótico no puede ver lo obvio).
La sexualidad es una parte indispensable para la vida en pareja: Si funciona bien, habrá muchas más posibilidades de que las demás áreas también funcionen. Y lo mismo aplica para cualquier otra área de la vida en pareja, que al fin de cuentas es un sistema dinámico.

Hasta luego.