"No lloraré... no lloraré... ¡lo he prometido!"
Candy
Candy es algo así como una fábula sin moraleja. Como una historia sin final. Aunque no vi la serie en la tele, alcancé a ver los efectos de su influencia en algunas chicas de mi generación, y los he vuelto a encontrar casi con el mismo sabor en algunas personas, la mayoría mujeres, que acuden a mi consultorio y que me platican (respondiendo a mi pregunta) que llegaron a sentir admiración y ternura por esa niña rubia.
A mi modo de ver, Candy fue en muchos aspectos un mal modelo a seguir para muchas mujeres (tal vez también para varios hombres): Durante el desarrollo de la historia, el público se encariña de esa niña que sufre mucho y sin embargo no deja de esforzarse y de dar lo mejor de sí, pase lo que pase... Y de verdad le pasan muchas cosas desastrosas. Acostumbrados a los finales felices, los ojitos de los telespectadores siguen con ansiedad las peripecias de la niña esperando que la historia concluya con un golpe de suerte a su favor, pero esto nunca ocurre, la historia termina y Candy nunca ve llegar la suya, ni siquiera consigue casarse con el chico que parece ser su pareja ideal.
¿Qué clase de broma cruel le gastan los escritores maníacos de esta serie a Candy y a su público?
En lugar de crear una heroína con autoestima alta y capacidad para resolver sus propios problemas, terminan ofreciendo una chica sumisa y abnegada, dispuesta a sacrificarse para que los demás "sean felices" aunque a ella le vaya mal.
Debo aclarar que Candy no es un mal modelo, de hecho tiene bastantes aspectos valiosos que vale la pena rescatar y que le sirven de mucho a cualquier chica que esté en busca de su propia valía: La parte propositiva de Candy se refleja en su tenacidad, su valor, su nobleza, su creatividad y su amistad sincera y leal. Con estas cualidades, cualquier chica podría alcanzar muchas metas si se lo propone.
El problema es que Candy se boicotea constantemente, desconozco si fue intencional o no, pero se convierte en una excelente muestra de lo que es una mujer con baja autoestima:
Renuncia a sus metas más deseadas; se convence de merecer menos que las demás y lo demuestra con sus sacrificios constantes para ganar el afecto de la gente que quiere o admira; enseña con su ejemplo que esta vida es de sufrimiento y debemos resignarnos y aceptarla sin más; reprime sus sentimientos en lugar de reconocerlos y luchar por ellos, con estas actitudes de "mujer aguantadora" justifica la discriminación y fomenta el machismo, dejando un mensaje confuso en las mentes infantiles y curiosas de sus seguidoras, que enternecidas por el personaje toman como correcta su manera de reaccionar a los problemas que le va presentando este mundo.
En fin, este "síndrome" (nótese que uso el término con sarcasmo, no como definición académica) es el efecto que he encontrado en muchas personas resignadas a vivir "lo que les toca", que justifican sus propios sacrificios personales para que otra persona esté bien, sin darse cuenta de que están posponiendo su vida de manera indefinida. Y no solamente mujeres... Tomé como ejemplo a Candy por la fuerte aceptación que tuvo en su época, y a mayor aceptación, obviamente, también mayor influencia y creación de estereotipos.
Podríamos hacer un ejercicio parecido con muchos otros programas de televisión o películas del cine, de esas que se han vuelto "clásicas", y me parece que encontraríamos muchas características en común: ¿Acaso "Barbie" no ofrece el doble mensaje de que la mujer debe ser independiente y al mismo tiempo, de manera contradictoria, también debe agradar a los hombres? Y en el caso de los niños también abundan los dobles mensajes de este tipo, pues la mayoría de los superhéroes que supuestamente defienden la paz son al mismo tiempo los tipos más destructivos y violentos que hay, ¿cuál sería el mensaje? ¿Si tu intención es buena tienes derecho a matar y destruir a los que no piensen como tú? ¿La paz se consigue destruyendo en vez de creando?
Bueno, hasta aquí estas reflexiones, nada más dejo dos sugerencias para quien tenga el tiempo y las ganas de llevarlas a cabo:
Revisar las virtudes y los defectos de nuestros personajes favoritos, porque sin duda nos han influenciado más de lo que creemos a lo largo de nuestra vida, y también:
Poner atención a los patrones de conducta que tienen nuestros hijos, sobrinos o amiguitos, ¿y qué hacer si vemos que están adoptando como valores propios los de algún estereotipo insano?
Si se da este caso, habrá que armarse de paciencia y platicar bastante con el niño o la niña, de manera que aún sin prohibirle ver determinado programa, pueda reconocer otras opciones de respuesta ante un problema: Hulk puede ponerse verde y destruir un edificio, Barbie puede coquetear y convencer con su belleza, pero en la vida real la violencia y la seducción son solamente dos respuestas entre toda una gama de actitudes.
Es importante brindar otros modelos a los niños sin quitarles el que ya tienen, y tratar de que no se enfoquen en un solo tipo de "héroe" o "heroína", esto ayuda a tener una visión más amplia del mundo y de las formas de actuar en él. Cualquier persona en la que se pueda reconocer una habilidad o cualidad, es útil para este propósito: Deportistas, personajes de la historia, personajes de caricaturas y películas, familiares, maestros. A fin de cuentas, todos necesitamos modelos a seguir.
Los personajes ficticios que vemos en la tele llegan a formar una parte muy importante de nuestro sistema de creencias, y con el paso del tiempo influyen en nuestra toma de decisiones de una manera sutil, pero permanente. Es lo que yo llamo, en el caso que motivó este escrito, el "síndrome" de Candy Candy, y por suerte tiene solución, pues es posible actualizar nuestros modelos a seguir en cualquier momento de la vida. Y en el caso de Candy, es posible adoptar todos sus valores y actitudes que la hacen tan querible y valiosa, sin quedarse con la parte de sumisión y resignación que le impidieron crecer: ser una buena persona no implica tener que sacrificar las oportunidades que te permiten crecer como persona y mejorar.
Hasta luego.